Las disculpas públicas ofrecidas por el presidente de la Xunta el pasado jueves por la problemática situación del departamento de Urgencias en el Hospital de A Coruña dan la medida del colapso crónico en el que se desenvuelve en los últimos tiempos este servicio sanitario básico. Las habituales carencias en las Urgencias del hospital coruñés sufrieron una preocupante escalada esta pasada semana que motivó una sonada protesta de los trabajadores del complejo sanitario, que achacan el deterioro a los recortes administrativos en personal y camas.

La situación en Urgencias era este martes rayana en el caos, con cerca de medio centenar de pacientes pendientes de conseguir una cama, algunos de los cuales llevaban ya dos noches seguidas en esa penosa espera. Solo un par de semanas antes, otra crisis de saturación por falta de espacio había obligado a algunos pacientes a pasar hasta tres días recibiendo tratamiento en un sillón antes de ser ingresados, según denunció una iniciativa parlamentaria. A última hora de la tarde del miércoles, 93 pacientes permanecían aún todavía a la espera de un diagnóstico, de los que 32 se encontraban en sillones, 19 en camillas y 8 en sillas de ruedas. Y aún está por llegar el pico máximo de la gripe.

Los trabajadores del complejo sanitario coruñés llevan una semana de movilizaciones en demanda de medidas para descongestionar el servicio de Urgencias y la junta de personal advierte de que el problema va más allá de una pérdida de la calidad asistencial y se está abocando a un estado de desatención crónica. La dirección del hospital solo reconoce por su parte problemas puntuales que atribuye a la falta de espacio, cuya solución está pendiente de la ampliación del área de Urgencias.

El antiguo Juan Canalejo cumplió este pasado otoño cuarenta años de vida con un claro diagnóstico de los desafíos que condicionan su futuro: el hospital se ha quedado pequeño y necesita imperantemente ampliar su espacio, especialmente en Urgencias. Los continuos colapsos en el servicio, que vienen ya de años atrás y se han intensificado con el tiempo y los ajustes por la crisis, obligaron a la Xunta a acometer la construcción de un nuevo departamento de Urgencias en el hospital coruñés, que ocupará toda la primera planta de un edificio de cuatro bloques actualmente en ejecución.

El presidente Feijóo, que aludió en sus disculpas por el colapso sufrido esta semana a esa falta de espacio, había anunciado hace ahora justamente dos años, en febrero de 2011, que las nuevas Urgencias del Chuac estarían listas para ser usadas a principios de 2012. Las obras acumulan sin embargo ya más de un año de retraso y no se espera que estén concluidas al menos hasta otoño de 2013. Es evidente que la política de austeridad presupuestaria no es ajena a esta tardanza.

Las dependencias del nuevo servicio de Urgencias, con casi 2.400 metros cuadrados, serán cuatro veces más amplias que las actuales y están diseñadas para que los 160.000 pacientes que acuden anualmente reciban un diagnóstico y tratamiento más rápidos. Otra mejora adicional radica en la ampliación de las salas de Radiología, que permitirá a los sanitarios realizar pruebas de diagnóstico por imagen a los enfermos y cuatro nuevos quirófanos, ubicados ambos en las cercanías de Urgencias, que potenciarán también la capacidad de intervención inmediata del servicio. La entrada en servicio de estas nuevas dependencias radiológicas y quirúrgicas está prevista para 2014, mientras que para el resto de los servicios centrales que incluirá el nuevo edificio de cuatro plantas no se ha fijado todavía ningún plazo concreto.

Las obras de ampliación del Hospital de A Coruña suponen un esfuerzo presupuestario importante en estos tiempos de habas contadas. Los más de 30 millones de euros invertidos se han obtenido, según el presidente de la Xunta, priorizando los proyectos que tenía el Gobierno gallego en cartera. Pero es igualmente cierto que la saturación del servicio de Urgencias está a punto de traspasar la línea roja en A Coruña, con escenas impropias de una sociedad europea. La gravedad de la situación demanda de las autoridades sanitarias medidas para paliar este colapso crónico y un compromiso claro para evitar más retrasos en la entrada en funcionamiento de un servicio de Urgencias acorde con las necesidades de los coruñeses.

Nadie ignora las dificultades presupuestarias a las que se enfrenta el Ejecutivo gallego, pero el inadmisible deterioro sanitario sufrido estos días en el hospital coruñés impone también una reflexión: el recorte del gasto público no puede llegar hasta el punto de poner en peligro los pilares básicos de la salud pública.