Quedó claro hace unos días en el encuentro deliberativo de la militancia de Anova y el pasado fin de semana en la undécima asamblea nacional de Esquerda Unida. El núcleo duro de AGE apuesta sin reservas por reforzar y ampliar la coalición de cara a las próximas citas electorales: las europeas de 2014 y las municipales de 2015. Están convencidos de que la iniciativa unitaria fue un éxito, cuya magnitud en términos de votos y escaños sorprendió incluso a algunos de sus impulsores, consiguiendo generar en el Parlamento gallego una nueva dinámica política y liderando una oposición más pegada a la calle y a los movimientos sociales.

En el cónclave compostelano de Esquerda Unida que reeligió a Yolanda Díaz (Fene, 1971) como coordinadora xeral, a la búlgara, casi por unanimidad, Xosé Manuel Beiras y Cayo Lara mostraron una gran complicidad y una simpatía recíproca, algo que forzosamente tuvo que escocer a los sectores más soberanistas de AGE. Porque en la Alternativa Galega de Esquerda sigue habiendo quien recela de la verdadera autonomía política de EU respecto de la dirección madrileña de Izquierda Unida, en la medida en que está tutelada por un Partido Comunista de raíces estalinistas y centralistas (o internacionalistas, que viene a ser lo mismo).

Beiras y Díaz están en la línea de atraer a AGE a pequeñas formaciones y colectivos que compartan los objetivos de lo que ellos denominan una izquierda real y transformadora. Tampoco cierran la puerta a alguna fórmula de colaboración con el Bloque. De sobra saben que los frentistas de Xavier Vence nunca se integrarán en la coalición, pero en cambio no estarían cerrados a una unidad de acción o algún tipo de acuerdo de cara a futuras confrontaciones electorales, entre las que, por cierto, desde ese ámbito no descartan para dentro de unos meses unas generales adelantadas.

El entusiasmo de Cayo Lara con el éxito del ensayo de una Siryza a la gallega es tal que quiere generalizar el modelo AGE a otros territorios del Estado español. Así de claro se lo dijo a la asamblea de Esquerda Unida en presencia de Beiras, a quien EU le reconoce, en público y en privado, su más que decisiva contribución a que la Alternativa Galega de Esquerda llegase a fraguar y a que se convirtiese en la tercera fuerza política de Galicia, relegando al Bloque a una posición casi testimonial. Sin la arriesgada apuesta personal del viejo profesor, que se jugó en el envite todo su capital político, nunca se habría producido el terremoto electoral que el día 21 de octubre sacudió el mapa parlamentario gallego.

Solo hay que leer los tuits de sus figuras más relevantes para comprobar que en Anova, la organización de obediencia beirista, la sintonía con Esquerda Unida y con Yolanda Díaz es total. No hay recelos. Al contrario, a día de hoy solo los observadores mejor informados y los analistas más avezados son capaces de ponerle la etiqueta distintiva de su origen a cada uno de los diputados de AGE, no siendo al portavoz y a la vice. La dirección del grupo popular está sorprendida del grado de cohesión interna que muestra la singular coalición izquierdo-nacionalista en el día a día. También llama la atención que un colectivo tan heterogéneo haya sido capaz de establecer una estrategia unitaria, con una línea dura de oposición total, a la que socialistas y nacionalistas se acabaron sumando, incapaces de articular un discurso diferenciado.