La semana pasada estuvo pletórica de titulares jugosos, apuntabas lo que podrías comentar y se te acababa la memoria de teléfono, el bloc o la tinta del bolígrafo.

Supongo que habrá que detenerse un poco más en las declaraciones que hacen referencia al desempleo, a sus causas y sus soluciones. No cabe duda que tenemos cráneos previlegiados suficientes y no sé cómo aún estamos en las cifras que estamos y en los niveles de desesperación a los que llegaremos; pero sería injusto no comenzar este comentario alzando la voz contra la derecha irredenta que maldice y quiere hacer desaparecer del marco legislativo actual los derechos a la huelga y a la simple protesta. Creo que no es la primera vez que desde este folio pido prudencia a la hora de demandar reformas constitucionales que pueden hacer desaparecer derechos que hoy en día podemos defender ante los tribunales cuando se conculcan, y se da cada vez más la paradoja de que es más frecuente la indefensión ante los tribunales porque los supuestos delitos o faltas se persiguen y castigan de oficio por la autoridad gubernativa en forma de sanción económica, es decir, se está sustituyendo al juez por el guardia de la porra que denuncia y sanciona por su presunción de veracidad. Ante eso, tú te jorobas, con jota.

Pero tienen más enjundia, quizá porque afecte más a la ciudadanía parada o infraempleada, los resultados del aquelarre perpetrado en casa Aznar, en la FAES, un supuesto campus que se dedica a producir con dinero público estrategias que reivindiquen lo privado.

De esta vuelta se han dedicado a aligerar las listas del paro, pero no buscando fórmulas que reactiven la economía, sino claramente echando de las listas a aquellas supuestas personas que no deberían estar buscando empleo, ni derecho a tenerlo. La estrella fue Rosell, el jefe de los empresarios, un señor que espero que le esté pagando la estancia en la cárcel a su antecesor, si de verdad me entero de que se lo estamos pagando entre todos los contribuyentes me voy a enfadar más aún. Pues bien, el problema del paro es el de las amas de casa (este señor vive aún en el mundo de la sección femenina) es decir, señora -es cierto que también matiza por si hay algún señor-, ¿es que no tiene usted faena bastante con lavar, planchar, fregar, cocinar y cuidar niños? ¿Para qué se apunta usted a buscar un empleo, aunque haya usted estudiado y le guste lo que ha aprendido? Espabile a su marido, a su hijo para que trabajen en negro y traigan más dinerito a casa. Serían 900.000 personas menos anotadas en demanda de empleo; pero no se queda ahí su provocación, el inefable patrón de patronos acusa a estas paradas de buscar subsidios de subsistencia, no se ha parado a pensar que en sus casas pueden hacer falta los ingresos, que no son población inactiva, cual damas del barrio de Salamanca.

La segunda parte de la dieta de la Encuesta de Población Activa (EPA) llega por la vía de la subvención del Gobierno para que los jóvenes de 16 a 25 años se den de baja como demandantes de empleo si hacen un cursillo, barren un taller o friegan la cocina de un mesón a cambio de cuatro perras y el patrón bien untado para que la Seguridad Social no le cueste un duro, antes se quejaban de las peonadas de los trabajadores del campo en Andalucía o Extremadura. No se puede maquillar más y mejor.