Hoy les propongo jugar un poco con las palabras y con su historia, un ejercicio que todos deberíamos hacer y que muchos obvian porque no les conviene saber que las lenguas evolucionan por voluntad de los hablantes.

Solemos identificar como cándido a aquel sujeto inocente, al que se le puede engañar con facilidad; en el momento nos puede venir a la memoria Cándido o el optimismo, el personaje que Voltaire crea para demostrar en su narración que no vive en el mejor de los mundos posibles, en su S. XVIII. Seguramente en Cándido, un sueño siciliano de Leonardo Sciascia nos encontramos que el protagonista es realmente cándido, en su acepción más moderna, y nos sirve para reflexionar sobre la verdad de las relaciones sociales basadas en grandes mentiras, que vivimos en el mundo de los intereses, en una realidad ficticia.

Pero el término, para los latinos, tenía otro significado, estaba relacionado con la pureza del color blanco, con la blancura deslumbrante (de ahí candor, candente, incandescente) por eso, los que pretendían un cargo público en la Roma clásica habrían de cumplir con el requisito de lucir la túnica blanca, cándida, símbolo de la pureza de sus propósitos, de su honradez como merecedores de alcanzar alguna dignidad, honor o empleo público. Ellos eran los candidatos.

Para que luego nos digan que las lenguas no evolucionan, ahora que están de moda las elecciones primarias y, se supone que las secundarias, nos aparecen por doquier candidatos cándidos, quizá por ser desconocidos. Ahora que se nos propone la falacia de la elección de los alcaldes como candidatos puros y honrados más votados mostrando como ejemplo al regidor de Compostela, heredero en el cargo de dos truhanes, o a la regidora de Alicante? quizá haya que volver un ratito sobre la etimología.

Sin ir más lejos y aprovechando aquello del Pisuerga no sé la razón por la cuál asocio a estos candidatos con los parásitos; pero, ojo, no en la definición que a todos les viene a la mente. En la antigua Grecia, según autores, los parásitos eran los altos funcionarios encargados de verificar la cosecha de trigo y la preparación del pan, así como los banquetes en homenaje a los dioses. En todo caso, la palabra griega estaba compuesta por el prefijo para- "al lado de" y sitos "trigo", "pan", "comida".

Más tarde se extendió a toda clase de huésped y a los invitados a fiestas o banquetes, por su sentido etimológico de "el que come en la mesa de otro".

En la actualidad, parásito es todo organismo vivo que se alimenta de otro sin contribuir a la supervivencia de este, además de lo que todos estamos pensando cándidamente.

En resumen, no sé si es un proverbio chino o, en realidad, Churchill es el autor de la frase "Si quieres conocer a alguien, dale poder", pero viene a cuento.