No sé por qué causa tanto revuelo mediático la vida del joven Francisco Nicolás, sus fotos con el poder, sus aparentes ingresos desmesurados sin origen conocido y sus intentos consumados de chantaje a empresarios susceptibles de ser corrompidos por conseguidores de los de siempre. Creo que simplemente al nota este se le ha ido la mano a la hora de la publicidad y ahora lo han dejado caer después de haber prestado buenos servicios a la "mano negra" que dicen le manejaba. Seguramente no será tan negra, estará bien limpia de polvo y paja o se estará lavando, bien lavadas, las manos como el pilatos bíblico.

En los episodios que estamos observando, que se solapan día a día, toda esa serie de manos negras, limpias y lavadas trabajan a una velocidad endiablada, tanto que las ediciones en papel de los periódicos nacen caducadas frecuentemente, porque a veces parece que la rapidez de los juegos de manos de los ilusionistas son maniobras de aficionados, comparadas con las de estos señoritos que no se despegan del botón del pánico para borrar sus archivos informáticos comprometedores para propios y extraños; antes era todo más fácil, los papeles de las cuentas de ensartaban en un alambre con forma de gancho pendiente de una estantería de la trastienda.

En resumen, que eso de "su cara me suena" no cuela y menos cuando los que pronuncian la frase son los que luego, ante el juez, sufren ataques de amnesia sobrevenida, como la de un exministro de Economía, o sorprenden por la estupidez mayúscula en el caso de un inspector de Hacienda que no sabe qué se declara y qué no tributa al fisco.

Alguien decía días atrás que esta sociedad estaba plagada de santos, que éramos todos querubines inocentes ante lo que se nos pasaba por delante de los morros y lo sufríamos en silencio. Servidor disiente y sigue sosteniendo que una gran mayoría silenciosa calla porque entiende, comprende, se solidariza y, en muchos casos, lo único que tiene es envidia por no poder hacer lo mismo.

No me extrañaría que el joven manejado por la mano negra, que intenta conciliar con los oscuros de las manos limpias y que está rodeado de comilitones que se lavan las manos, acabase siendo alabado desde las alturas; este país es así.

En Alemania un ministro pierde su puesto por apropiarse de ideas ajenas para su tesis doctoral, en España nombramos doctores honoris causa a Mario Conde o a Rodrigo Rato. Claro que para higiene manual a prueba de ébola no hay como la del presidente Rajoy, este sí que es un artista a la hora de lavarse las manos, desinfectárselas, huir de los posibles contagios, escabullirse por los pasillos sin dejar que le toquen, está bien protegido por las manos negras, por los de las supuestas manos limpias?, parece que le cunde para ir tirando.