Los días pasados han conseguido oscurecer informativamente la polémica de Cataluña, la Fiscalía, las detenciones e imputaciones por corrupción? Todo se ha parado por culpa del fallecimiento de la duquesa de Alba y de la entrada en prisión de Isabel Pantoja. No quiere un servidor poner ambos hechos a la misma altura, la familia y amigos de la fallecida merecen todo el respeto; pero el equilibrio morboso del tratamiento informativo no se ha mantenido. Ni los medios más serios han estado a la altura de las circunstancias, de repente todo se tiñó de papel satinado, de cámaras haciendo guardia?

Las llamadas leyendas negras nunca surgen de la nada, tendrán su componente hiperbólico; pero cuando el río suena, agua lleva. Desde que el ilustre III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, pasó por Flandes allá por el siglo XVI se le ha pintado comiéndose bebés y las madres holandesas siguen amenazando a sus hijos traviesos con su llegada o con mandarlos a España. Dicen ahora que su historia merece una revisión, los eruditos tienen la palabra.

Lo que me preocupa hoy, en una sociedad supuestamente civilizada, es que su fallecimiento haya provocado tal cúmulo de elegías. Nos lleva a recordar las coplas de Jorge Manrique reivindicando la figura de su padre, buen servidor de su rey, buen soldado contra los moros; que, en el momento de su muerte, sería recordado por la fama que dejaba en este mundo, pese al poder igualatorio de la muerte.

El caso es que no se recuerda que su saga, desde el cruel Álvarez de Toledo, luego matrimoniados con los del ducado de Medina-Sidonia y, por fin, agrupado todo bajo la estirpe escocesa de Estuardo, creció al amparo de una monarquía medieval en sus comportamientos. Se recuerdan estos días sus posesiones, palacios, fortalezas, castillos, haciendas sin límite; pero con la boca pequeña solo algunos recuerdan que, sin perder la propiedad y para evitar su conservación e impuestos, se ceden a las administraciones, que son las que corren con los gastos y no recaudan un euro de impuestos. Se les retrata ahora como emprendedores porque sus hectáreas son cultivables y dan trabajo, pero se oculta que solo en subvenciones de la Política Agraria Común de la Unión Europea pueden estar recibiendo más de dos millones de euros al año. Con el riñón así de cubierto a ver quién es el guapo que no se pone el mundo por montera, no sé quién osaría a reprocharle sus aficiones, extravagancias, y populismos.

Y un breve estrambote para rematar el folio y comentar que la España de pandereta continúa lamentando que la defraudadora fiscal marbellí pase una brevísima temporada a la sombra, en algunos reportajes parece como si el mundo de la cultura musical estuviese de luto al faltar la Pantoja de los escenarios unos meses. ¿Siglo XXI?