En las nuevas corporaciones locales ha entrado, en borboteo, un mensaje arcaico, radical, que viene a ser como el botox de la demagogia. Los nacionalistas, en su euforia, utilizaron las palabras "diversidad" (coartada de exclusión) y "diversidad" (falta de referencias culturales). Los socialistas, cuando están en minoría, recurren al vocablo "consenso" (forma de organizar la irresponsabilidad; acuerdo entre la clase política para crear un problema donde no existe). Los populares se acomplejan, piden perdón por sus ideas y, cuando tienen el rodillo de la mayoría, se les cae de las manos. El mejor ejemplo lo tenemos en el último gobierno del Ayuntamiento coruñés, pilotado por un hueleflor. Podemos y sus marcas afines tienen un léxico peculiar, cuasi metafísico. Han puesto toda la malicia en el desempeño de sus cargos y la disfrazan con alternativas semánticas y sintagmas cuyas palabras no significan nada. Aconsejan, por ejemplo, la "amabilización" del discurso de Pablo Iglesias, para rebajar sus impulsos y disimular la escasa riqueza imaginativa. En La Coruña, la Marea Atlántica propone "humanizar" la avenida de Alfonso Molina, para disimular sus convicciones lábiles, pero la sublimación filológica corresponde al concejal de Empleo y Economía Social, cuando se refiere a la "minoración" para decirnos que se ha reducido en un millón de euros el presupuesto de su "benéfica" concejalía. Se avecinan tiempos de curioso cromatismo. Podemos y sus marcas no han ofrecido otra cosa que mantener el debate público en el particular ámbito de la irrealidad y el sectarismo; a falta de ideas nos venden fábulas. No se les puede pedir criterios institucionales porque no los han conocido.

Otrosidigo

Doña Mar Barcón, culminado el acuerdo con la Marea, ha dimitido de la portavocía socialista municipal. Hoy, su partido es testimonial. El nuevo portavoz debiera interesarse por nuestra historia más reciente. Hace diez años se aprobó el Plan Galicia, plan integral, en el que para La Coruña figuraba como eje la estación intermodal para resolver el problema del tráfico y del transporte urbano. El Plan Galicia fue descartado por el bipartito PSG-BNG, presidido por Touriño. Los sucesivos titulares de Fomento, Magdalena Álvarez y José Blanco, hicieron el resto: una nueva catedral en Lavacolla, desmesurada y de costoso mantenimiento, mientras la antigua, entonces acabada de remozarse, camina al descombro. Ahora, el tándem Ana Pastor-Feijóo se llevan la intermodal para Santiago, antes de que les pase el tiempo. Aquí, seguiremos en silencio, como bobos con suplementos de vistas al mar.