Nada dice tanto del afán integrador de Besteiro y de su cintura política como la elección de su números dos. Para sorpresa de propios y extraños (y hasta de la interesada) encarga la secretaría de organización en la nueva comisión ejecutiva del Pesedegá a la compostelana Pilar Cancela, funcionaria de carrera de la Xunta desde hace veinte años, de brillante currículum académico, y que ocupó cargos de responsabilidad en el ámbito de las relaciones laborales en los gobiernos de Fraga y Touriño.

Cuentan que Cancela asistió con gran interés a la primera reunión de Besteiro con la militancia de Santiago. Fue tal su decepción ante los planteamientos -para ella puras generalidades y lugares comunes- del entonces precandidato a liderar el socialismo gallego, que se lo hizo saber allí mismo, a la cara, sin rodeos ni medias tintas. El hoy secretario general, lejos de incomodarse ante el atrevimiento de aquella osada militante de base, representante únicamente de sí misma, se quedó con la copla y se propuso convencerla y ganarla para su causa. Y lo acabó logrando.

Si no la conocía personalmente, Besteiro sabía de sobra quién era Pilar Cancela. El ex conselleiro de Traballo y hoy senador Ricardo Varela, que la tuvo a sus órdenes en la Xunta bipartita, le habrá dado amplias referencias. Es probable que su perfil de persona autoexigente, enérgica y resolutiva pero de gran capacidad y habilidad negociadoras le haya parecido el más adecuado para hacerse cargo de la sala de máquinas del Pesedegá en un momento, el actual, en que hay que reconstruir el maltrecho aparato del partido con menos medios humanos y económicos que nunca para ponerlo en condiciones de afrontar con dignidad las próximas citas electorales.

Hasta hoy nunca una mujer había tenido una posición tan relevante en la sede central del PSOE gallego en Santiago. La del saliente Pablo García, procedente del sindicalismo agrario, puede considerarse una excepción a la regla general de que la responsabilidad de la fontanería orgánica del Pesedegá recayera en personas veteranas, siempre varones, de la máxima confianza del primer secretario. Solía ser gente con larga trayectoria militante y conocedora a fondo de los entresijos del partido. Una condición que tampoco se da en el caso de Pilar Cancela, que se afilió en 2005 y que no ocupó cargos internos de relevancia ni siquiera a nivel local.

Besteiro quiere una secretaría de organización con dedicación plena y con disponibilidad para atender varios frentes a la vez. Se decanta por alguien que está al margen de las corrientes y las familias, que hará política solo en clave interna y que se ocupará de dinamizar a todos los niveles una organización anquilosa y anémica que allí donde no tiene ningún poder se aproxima al encefalograma plano. El joven dirigente lugués adquirió el compromiso de contar con las bases en las pequeñas y grandes agrupaciones. Por medio de ellas tratará de volver a sintonizar con la ciudadanía progresista que hasta hace poco votaba PSOE y ahora se queda en casa o se decanta por otras opciones social y mediáticamente más atractivas.

Para poder cumplir el cometido que se le encarga, Pilar Cancela deberá dejar su puesto en la administración autonómica y convertirse en empleada del partido, al menos hasta que no se le busque un cargo político remunerado, como el que tuvieron todos sus antecesores. Sin embargo, quienes la conocen aseguran que le costó dar este paso, que le gusta su trabajo en el sector público, que no está en la vida pública para quedarse y que recela de los políticos sin profesión. En eso, dicen, coincide con su jefe.