Núñez Feijóo y Paco Vázquez ocuparon sucesivamente, la última semana, las tertulias televisivas de la COPE en las horas nocturnas de máxima audiencia. El primero, imbatible en Galicia, lo hizo "revertido" de hombre de Estado, sin disimular sus ansias monclovitas. Vázquez, incontenible, zurró sin filigranas al líder de su partido Pedro Sánchez que, en su inconsistencia intelectual, parece volver al socialismo anticlerical del siglo XXI, cuya afinidad con la libertad quedó sepultada por el muro de Berlín. Mientras, don Xulio en un fórum local rememoraba la actividad municipal desde 1980 hasta nuestros días. La Coruña perdió entonces la capitalidad, la Audiencia Provincial fue segregada, a Alvedro se le puso sordina, las inversiones de la Xunta, retaceadas, y el incesante despojo institucional de nuestra ciudad no tuvo contraprestaciones. Las medidas discriminatorias del gobierno autonómico, discordantes en su alcance, atentaron contra el espíritu tolerante y cívico coruñés. Las últimas travesuras del cacicato, las "conectividades", en los estudios de Medicina y aeroportuarias, se llevaron a cabo ante la pasividad de nuestro alcalde que se mantiene en los círculos alabanceros compostelanos, al mismo nivel que su antecesor señor Negreira. Don Xulio, tan proclive a la "participación ciudadana" debiera analizar el sentido y trascendencia de la manifestación -la más nutrida de la historia de Galicia- de los coruñeses, encabezada por las autoridades locales, (celebrada el 8 de junio de 1982, don Xulio tenía 5 años), ante el despojo institucional y los agravios infringidos por la Xunta a los intereses herculinos. La historia, lo hemos visto, casi siempre pretenden corregirla los que más tienen que aprender de ella. Quienes han sido testigos directos o recibido testimonio de sus familiares saben valorar, actualmente, cómo en el inconsciente ciudadano perviven connotaciones personales y bulle la historia íntima y sentimental del vecindario. Su orfandad se acrecienta cuando desde la política se desconoce el interés humano, suplantado a veces por el afán tribal de quienes se empeñan en construirnos un futuro.

Otrosidigo

El relegamiento de los aeropuertos de Vigo y La Coruña, en beneficio de Santiago, servirá de pretexto a la Xunta para subvencionar, bajo la mesa (reducción de tasas, publicidad, promociones, etc.), a las compañías aéreas que sirven los vuelos internacionales desde Lavacolla. Es decir, con el bolsillo de todos los gallegos, como se hace con el impagable mantenimiento de la nueva terminal aérea.