Su nombre había sonado con mucha insistencia para ocupar un alto cargo en el Gobierno de Rajoy, algo que al final no se concretó, aunque al parecer hubo algún que otro ofrecimiento. La presidenta del Parlamento gallego optó por quedarse en Galicia con todas las consecuencias. Sin embargo, a principios de 2012, tras el congreso de Sevilla, Pilar Rojo se incorporó al Comité Ejecutivo Nacional del PP, cooptada por el propio Mariano al margen de la cuota que les correspondería al Pepedegá en el sanedrín de la calle Génova. Aquello fue toda una señal, que casi acertó a interpretar y que cobra ahora un especial significado.

Rojo será la número tres en la candidatura de los populares al Congreso de los Diputados por la provincia de Pontevedra en las elecciones del 20 de diciembre, que encabeza la ministra Ana Pastor. Su designación fue la gran sorpresa en Galicia la noche que al fin se conocieron las listas del PP. Casi nadie se lo esperaba. Los pocos que estaban en el ajo de la operación supieron guardar el secreto de modo que hasta los más enteradillos de los mentideros políticos gallegos fueron cogidos con el pie cambiado. Sin embargo, últimamente gente muy cercana a doña Pilar le había escuchado mostrarse un tanto desmotivada después de siete años presidiendo la Cámara gallega y con ganas de afrontar nuevas tareas.

El salto de Pilar Rojo del Pazo do Hórreo a la Carrera de San Jerónimo supone su aterrizaje en eso que se da en llamar la política nacional. En su día a día Madrid no se sentirá extraña. Al contrario, podrá encontrarse casi como en casa, no en vano Rajoy se llevó con él a los madriles a varios de los más destacados miembros del conocido como "clan del Casino de Pontevedra", un selecto grupo de gente guapa, cogollo de la pequeña burguesía local, unido por relaciones familiares, de pareja o amistosas a la que es fácil encontrar en los actos sociales, culturales o políticos de la ciudad del Lérez o en grata compañía en las noches veraniegas de Sanxenxo.

Curiosamente, a ese mismo grupo está vinculado el cabeza de lista de A Coruña, el exconcejal y abogado Miguel Lorenzo Torres, miembro destacado de la saga, también pontevedresa, de los Lorenzo (su hermano Francis es actor y Gerardo, médico y empresario). Sin embargo, en su designación puede que, más allá de la cercanía personal a Rajoy, pesase lo suyo que el elegido haya sido compañero de promoción en la facultad de Derecho de Núñez Feijóo y de Carlos Negreira, que fue quien lo embarcó en la actividad política en 2007. Estuvo cuatro años en la oposición y otros tantos en el gobierno y ahí sigue tras el revés del PP el 24 de mayo.

La señora Rojo se lo puede tomar con calma. Nada de salto en el vacío. No tiene que renunciar a la presidencia del Parlamento ni a su acta en O Hórreo hasta que, llegado el caso, tome posesión del escaño de diputada. En ese escenario, como queda apenas un año de legislatura y Feijóo no es amigo de abrir este tipo de melones, lo más probable es que sea el vicepresidente Miguel Santalices quien herede el sillón. A él le haría mucha ilusión. Le gusta el cargo, se ve que disfruta -y lo vive- cuando le toca sustituir a la titular y la suya, además, sería una sucesión natural, sin conflictos. Por otro lado, apostar por Santalices supone un guiño a la provincia de Ourense, la gran "perjudicada" en las últimas remodelaciones del gobierno gallego, donde quedó a velas vir.