Escribo hoy esta columna, un tanto alejada de los temas económicos y políticos que afectan a lo social, mi especialidad, por dos motivos. El primero, por la gran cantidad de información -alguna bastante inexacta, desde mi punto de vista- que se está vertiendo últimamente sobre corredores y carreras populares, a raíz de la gran popularización de este deporte y de acontecimientos luctuosos en las mismas. La última, una muerte súbita en la gran Behobia-San Sebastián, una de las más importantes citas anuales para los corredores. Y, el segundo, porque algunos compañeros de www.correrengalicia.org han propiciado este tipo de reflexión, y creo que es bueno entrar en ella.

Se habla, por una parte, de "dopaje" del corredor popular. Miren, llevo veinte años corriendo, con épocas mejores y peores, más solo o más en compañía, y siempre en un segmento medio o medio-bajo y sin más pretensiones que las de superarme a mí mismo y disfrutar, estar razonablemente en forma y socializar con personas que me han demostrado un nivel de salud personal -se cuidan- y en lo colectivo -integridad y bonhomía- mucho mayor que la media. Y no conozco a nadie, a nadie, que tome algo de lo que pueda arrepentirse. Hay quien rehidrata con agua y bebidas isotónicas, y repone con una manzana, y hay quien se va a algo más elaborado, de lo que te dan al finalizar una carrera. Y es que yo no creo que las personas con un cierto recorrido en el deporte de correr, por lo general, acudan a esas "fórmulas mágicas", porque sus resultados son limitados y sus efectos en la salud, a medio y largo plazo, nocivos. Creo que un perfil de planteamiento como el mío es el más abundante, independientemente de que unos hagan los 10.000 en treinta y pocos minutos y otros se vayan a la hora. Cada uno en su marca, su objetivo y su mundo, y todos en el disfrute de la carrera, sin más. Corremos, nos felicitamos o disgustamos por nuestro avance o retroceso en el palmarés, y a otra cosa mariposa. Que la vida es mucho más que todo eso...

Quizá el espectacular repunte habido en el correr en los últimos años puede haber atraído también otro tipo de perfiles. Y, aquí, entre tantos nuevos practicantes, podría haber entrado algún elemento más de "envoltorio", "moda" o "atajos para correr más y mejor". Pero creo que, en cualquier caso, esto es anecdótico. Y, en eso sí que estoy seguro, pasajero. El que corre porque le gusta, dura. Todo lo demás será flor de un día, o de dos. Correr tiene que ser enfocado como algo saludable, compatible con el paso del tiempo, y que nos lleva a una vida más sana y con más salud. Correr y mala vida -incluido el dopaje como tal- no son compatibles.

Se habla, también, de las antedichas muertes súbitas en carrera... Miren, el sistema eléctrico autónomo del corazón se puede modelizar con un comportamiento no lineal, donde hay fenómenos complejos, como los de oscilaciones acopladas. Ni la mejor prueba de esfuerzo -conveniente siempre y fundamental cada cierto tiempo para quien corre habitualmente- puede garantizar que no se produzca un episodio luctuoso como el vivido en la Behobia. ¿Por qué? Porque en una prueba de esfuerzo se mide el rendimiento del músculo cardíaco y su comportamiento en ciertas condiciones. Pero, en un modelo no lineal, las mismas condiciones de partida no conducen a idénticas soluciones de las ecuaciones diferenciales asociadas a ese problema. Y, en definitiva, el funcionamiento del corazón puede presentar un nodo o singularidad en su comportamiento de manera aislada. Obviamente, esto puede ser más acusado cuanto más se le exija al músculo, en condiciones adversas de forma continuada. Pero puedes ser la persona más entrenada del mundo que, en un momento dado, esto no te exime de una singularidad matemática que paralice el sistema de Purkinje o que produzca en él un malfuncionamiento fatal. ¿Qué hacer, pues? Pues poca cosa... Mirarse de vez en cuando, vivir una vida sana y... pensar que no te va a tocar, igual que no pensamos en tener un accidente cada vez que cogemos el coche o el avión. La prevalencia de estos tristes acontecimientos es muy baja. La noticia fue que en la Behobia hubo una muerte, precisamente de un atleta acostumbrado a esas distancias y con buen estado de forma física. Había otras treinta mil personas, ¿no? Prácticamente todas llegaron indemnes, a pesar de las duras condiciones, o se retiraron antes.

Soy de la opinión de que acotar mucho las condiciones para practicar un deporte que es el antagónico del deporte-espectáculo o el deporte-alto rendimiento, que se fomentan desde las instituciones del Estado y están más arraigados en la sociedad, no sería bueno. Entiendo que para correr un ultraironman de condiciones extremas te pidan alguna confirmación de que no pasabas simplemente por allí y de que tu salud es buena, pero no para cualquier diez mil o media maratón, tal y como se deja entrever en alguna de los corrillos de opinión en torno al tema. Sería, de alguna manera, poner barreras y añadir burocracia a algo que, desde mi punto de vista, no la necesita.

La sociedad tiene que comprender que el deporte de base es el que practican las personas, por encima de los intereses comerciales y los productos del marketing y el alto rendimiento. Y esto implica un cambio de foco y mentalidad. La misma pregunta de "¿Ganaste?" no tiene sentido en el mundo de los que queremos hacer deporte para estar bien con nosotros mismos. Las preguntas adecuadas, seas Pedro Nimo, campeón de España de Maratón, o seas el que esto escribe, es "¿estuviste bien contigo mismo?", "¿fueron buenas tus sensaciones?", "¿te superaste?" Y conste que pongo el nombre del gran Pedro Nimo porque, lo sé a ciencia cierta, él también piensa así. Aunque, además de eso, él gane muchas carreras...