En Cataluña quieren borrar la historia. En Asturias, los premios Príncipe que, este año por primera vez, son Princesa de Asturias. "Nos gobiernan ignorantes", ha dicho el filósofo y sabio de nuestro tiempo Emilio Lledó, premio de Comunicaciones, premios que algunos intentan cargarse por un puñado de votos. Y eso es muy grave, realmente alarmante. En lugar de canalizar su malestar de modo creativo o haciendo punto de cruz, estos chicos en camiseta palian su desocupación ocupando ayuntamientos casas y cosas y tratando de cargarse los premios, como los del estado islámico las ruinas de Palmira. De nuevo la rebelión de las masas. Fruto de media casualidad y de que no elegimos a nuestros representantes sino que refrendamos los elegidos por unas cuantas sectas, un puñado de indocumentados y atrevidos sin vergüenza de asumir cargos que les vienen enormemente grandes, ávidos de poder y revancha, junto a algunos bienintencionados confundidos que siempre hay, pretenden alterar nuestra tranquilidad, destruir lo mejor que hemos sido capaces de hacer, la transición, la democracia, los pactos, los logros, los premios Príncipe de Asturias, aquello de lo que estamos orgullosos, por estúpidos prejuicios ideológicos unidos a una infantil necesidad de llamar la atención y un antiguo afán totalitario de alcanzar el poder a cualquier precio. Hay miles de firmas en la calle de ciudadanos indignados con la intención de unos cuantos, que pretenden sustituir los premios Princesa de Asturias y traer a Maduro para que dé charlas Alo-Presidente sobre lo bien que le va a Venezuela. Todo ello cuando en su mayor parte son los patronos los que pagan los premios y sólo un 15% de subvención pública. Estos aburridos que no deben tener mejor cosa que hacer quieren destruir sin construir nada los premios Príncipe, ahora Princesa de Asturias que han prestigiado la ciudad y la vida social y cultural del país durante décadas poniendo de relieve los más altos valores y ejemplos del individuo y la sociedad. La ciudad ha salido a parar a estos trogloditas.
