C iudadanos ha reanudado su organización en La Coruña para reparar el fiasco de las elecciones municipales, en cuyo equipaje sobraban las críticas al AVE gallego y la reaparición de impuestos que estaban olvidados en Galicia. Su coordinadora en La Coruña, en su aparición periodística, acreditó bisoñez política y la conveniencia de repasar nuestra historia. Proclamar "nuestro discurso no será coruñesista" es una boutade, más de diccionario que de política.

El coruñesismo, conviene recordar, no es una improvisación reciente, caprichosa. Emerge el 14 de marzo de 1893, cuando se pretende trasladar a León la Capitanía General, asentada en nuestra ciudad desde 1480.

El alcalde Soto, con sus concejales Martínez Fontenla, el médico Rodríguez, a los que se une el republicano Ramón Pérez Costales, Fernández Latorre, Linares Rivas y otros, integran una comisión que llega a llamarse Junta de Defensa de Galicia, a la que se sumó vivamente el Circo de Artesanos y toda la ciudadanía, incluidos los cleros local y compostelano.

Tras tres años de lucha, y la decisiva intervención del general Azcárraga, la Capitanía General fue reintegrada a su sede coruñesa. Visto el apoyo popular, la hidalguía y el civismo del pueblo coruñés, se constituyó la Liga de Amigos de La Coruña, en cuya fundación participaron la Condesa de Pardo Bazán, Pondal, Brocos, Fernández Flórez, Lugrís, etc.

Nuestra ciudad se erige entonces, no solo en el foco industrial, sino en guía del renacer cultural y espiritual de Galicia, cuya amplitud de miras, sentido político, universalidad y tolerancia son la esencia del coruñesismo (resume Martínez Barbeito).

Un coruñés, Barrié de la Maza, es quien dota de los primeros tranvías regionales a Vigo, quién, con alforjas de dinero, acude a la ciudad olívica por si es necesario salvar su crisis bancaria, el que construye el centro turístico de La Toja, la Caja de Ahorros Monte de Piedad, cede sus terrenos para la Ciudad de la Cultura y es La Coruña la que aporta, en el siglo pasado, 500.000 pesetas para la restauración del Pórtico de la Gloria. Este es el coruñesismo, objeto de tesis universitarias y que enaltece García Sabell "por su compromiso con la libertad, ayuda y comprensión hacia el vecino y no vecino, que definen el alma y ser de la ciudad". Coruñesismo, el sufijo añadido al gentilicio expresa cualidad, adhesión, disposición. Por lo expuesto al hablar de coruñesismo conviene reflexionar previamente.

Quevedo, en defensa de la discreción, de la que no era partidario, zurraba a los parlanchines desinformados con dos versitos aleccionadores: "Que por callar/ a nadie se puede procesar".

Otrosidigo

D. Miguel Lorenzo, abogado, concejal, es la cabeza de cartel coruñés del PP para el 20-D. El señor Lorenzo ha sido un paradigma de la beneficencia municipal. A ella, de modo personalizado, dedicó su tiempo, al que logro darle elasticidad y rendimiento desusado.

Servicial y altruista supo dar respuesta a las demandas asistenciales, pudorosamente vestido de sencillez.