Suele acontecer que, por estas fechas, dedico la columna más próxima al día de Reyes a hablar de los regalos que pido o anhelo, bien para mí o, tomándome una enorme licencia, también para ustedes. Son siempre presentes poco o nada materiales, que tienen mucho más que ver con el bien común, con deseos de paz y prosperidad, equidad e ilusión para todo el gremio de los vivos, o peticiones a los Magos de mucha salud, una mejor economía, una más justa sociedad y un cambio importante en los valores que iluminan la construcción global de nuestro mundo.

Pero algunas veces, como en este año 2016, tengo la inmensa suerte de que un miércoles o un sábado -días en que nos vemos- coincida exactamente con la festividad de Reyes. En tales circunstancias, lo que hoy les escribo no se trata de un deseo diferido o una mera declaración de intenciones. No, no. Les pillo en caliente, con los regalos quizá aún por recibir mientras desayunan, o en medio de visitas familiares en que puede que Melchor, Gaspar y Baltasar también se haya acordado de ustedes en alguna otra casa, y caiga algún detallito. Hoy entro en su casa, a hablar de la festividad de los Reyes Magos, nada más y nada menos que en pleno fragor de tan mágica e intensa fecha. Allá vamos...

Y, lo primero, manifestar mi perplejidad en torno a todo lo que sean Reinas Magas o incluso Niñas Jesusas. Y es que de lo primero se dice que empieza a asomar en alguna cabalgata de por ahí. Miren, no soy sospechoso de no creer en la igualdad, y hasta no pocos de ustedes me han escrito llamándome prolijo por insistir, casi siempre, en un lenguaje no sexista que incluye bastantes "todos y todas". He trabajado en el tema, lo conozco y lo respiro, y he tenido el honor de hablar mucho sobre ello y dedicarle no pocas horas de mi vida profesional. Además, disfruto de un cordial conocimiento mutuo con algunas de las personas de referencia en tal mundo. Pues bien, dicho esto y recordado les diré, con la misma franqueza, que me parece un poco absurdo rizar el rizo más de la cuenta. La Virgen María, dice la tradición, es una mujer. Pues ya está. No le demos muchas más vueltas. Y los Magos de Oriente, por lo que sea, eran hombres. ¿Y? Creo que el camino de la normalización de la vida profesional de las mujeres, por ejemplo, todavía esta lejos de su final. Y que está pendiente, todavía, librar una gran batalla educativa para terminar de alejar la execrable lacra de la violencia de género, terminando con los comportamientos machistas. Pero de ahí a la existencia de Reinas Magas, pulverizando una tradición antiquísima que sirve para lo que sirve, y poco más, hay mucho. Y, desde mi punto de vista, absolutamente innecesario. La lucha por la efectiva igualdad entre los sexos, con todo lo importante que es, no pasa -desde mi punto de vista- por extremos que solo van a cargarse la ilusión de niñas y niños en los primeros años de su vida, desde algún planteamiento de salón con poco recorrido... Lo igualitario, desde mi punto de vista, es no darle demasiada importancia al sexo de estos personajes de la tradición, para centrarse en las oportunidades y las limitaciones de mujeres y hombres -sobre todo, mujeres- en la vida diaria de hoy, y en cómo cambiar de forma efectiva la sociedad para mejorar el actual paradigma.

Dicho esto, y viendo que mis explicaciones sobre el particular han consumido ya buena parte del espacio más o menos disponible, déjenme que vuelva a reiterarme en lo de siempre. Desear que los Reyes Magos -siéntanse ustedes cómodos independientemente de si son ellos o ellas- les hayan traído ese cóctel mágico de toneladas de ilusión y miríadas de salud, mucha serenidad, dos generosas pizcas de austeridad y tres de compromiso, que dicen trae la felicidad. Y es que, mucho más allá de las alharacas y los grandes dispendios, son las pequeñas cosas las que nos hacen más felices. Y, sobre todo, lo experiencial y lo vital, muy por delante de lo material. Ojalá se hayan colmado sus deseos de paz y tranquilidad, y afronten 2016 con ganas y con fuerza, con energía y poniéndose un poquitín en el lugar del otro. Así estarán más preparados para acometer retos comunes con dedicación y alegría.

Felices Reyes 2016.