El califato andalucí de Córdoba, (instaurado por Abderramán III en el 929), se dividió en reinos de taifas regidos por reyes o sultanes. Pasaron los siglos y aquel territorio del chiste, la guitarra flamenca y la castañuela evolucionó y al amparo de lo dispuesto en el Art. 2º de la Constitución de 1978 y de conformidad con el proceso restrictivo expresado en el Art. 151, del citado texto constitucional, accedió al estatus de Nacionalidad Histórica, siendo la única región que recurrió a tal procedimiento, equiparando su posición competencial y socio económica al de las únicas comunidades reconocidas como históricas (Galicia, Euskadi y Catalunya). Tal espaldarazo, fue una modificación jurídico "legal" del estatuto de 1981, conocido como Estatuto de Carmona, que solo definía aquel espacio geográfico como "nacionalidad". Evidentemente, tuvieron mucho que ver, en la reforma estatutaria, los andaluces del PSOE que, desde el gobierno, marcaban y dirigían, desde la presidencia y otros centros del poder, la política en los territorios hispanos. Llegados a este punto y habiendo desaparecido califato, taifas y sultanato, el escenario del chascarrillo fácil, es ahora el octavo Emirato (son siete los Emiratos Árabes Unidos -EAU- están constituidos como una monarquía constitucional federal, cada uno de ellos tiene su propia política, conservando sus culturas y formas de vida) que, desde 1978, ininterrumpidamente y hasta la fecha, está gobernado por los socialistas, a pesar de los escándalos devenidos por los ERE, supuestamente fraudulentos, por los que están imputados los expresidentes Chaves y Griñán. Pero nada de lo anterior importa mucho; a los citados mandatarios, les relevó Susana Díaz, pactando la presidencia del emirato con C's, con autorización de la ejecutiva del PSOE, cuyo secretario general y jefe de la oposición parlamentaria es Pedro Sánchez. Pues bien, en estas estamos con la emira que gobierna en el Al-Andalus. Su proceder es pura ambición. Desde que se celebraron las recientes elecciones generales no ha cesado de intrigar, hostigar y negociar, con los llamados barones socialistas, para deponer a Pedro Sánchez e intentar sustituirle en un congreso extraordinario convocado a la carta, una maniobra indigna que, afortunadamente, para los del puño y la rosa, tal intentona golpista, dentro de las filas progresistas, ha sido parada en seco por Patxi López, la dirección del partido y otros destacados miembros. Susana Díaz en las próximas autonómicas caerá, a buen seguro, del pedestal Si los socialitas han mantenido, después de las elecciones generales, más bien que mal, el tipo, ¿qué hubiera pasado si la citada, engreída y manipuladora baronesa, mostrase a propios y ajenos el bastón de mando del PSOE? ¿Habría pactado con el PP y C's). Ganas no le faltan.