Circula estos días por internet una de esas "noticias", a las que hay que poner todas las comillas y precauciones del mundo, que nos habla de que un alto cargo en el ámbito de los recursos humanos de una de esas compañías exitosas de la red ha hecho unas manifestaciones verdaderamente revolucionarias. Las mismas, ampliamente amplificadas y jaleadas por decenas de comentarios, vienen a resumirse en que "el expediente academico no sirve para nada". A hablar sobre ello, por su trascendencia, dedicaré hoy mi cita sabatina con ustedes. ¿Les parece?

Y es que, y empiezo directo al grano, les diré que no estoy seguro de que dicha afirmación tenga tal origen. Pero, si fuese así, no estoy de acuerdo ni con el contenido de la aseveración ni con la pertinencia de dicho comentario. Explicaré por qué.

Miren, es cierto que el expediente académico es un insumo más a la hora de analizar la trayectoria personal y profesional de la persona. Un expediente brillante, por sí solo, no es garantía de competencia en todos los casos, y un expediente más corriente tampoco quiere decir que la persona, en su ejercicio profesional, no vaya a poder ser verdaderamente buena. Pero el expediente marca algunos hechos incontestables, y analizado en un contexto más amplio, sí que da pistas fundamentales sobre capacidades, aptitudes, actitudes y conocimientos. Repito, como un elemento más, pero un elemento importante.

Un buen expediente implica, para empezar, que se han completado unos estudios. Y esto es importante en un país donde se detectan docenas de perífrasis para adornar currículos verdaderamente vacíos. Desde los "cursó estudios de...", como forma de decir que se estuvo matriculado alguna vez en alguna asignatura de unos estudios oficiales, nunca terminados, hasta toda suerte de pseudoestudios no reglados en los que determinados títulos rimbombantes esconden el conjunto vacío. Pero es más, un buen expediente significa una cierta cultura del esfuerzo, diferente en función de la disciplina a la que el mismo haga referencia. Y eso es ya suficientemente descriptivo de qué puede haber detrás.

El expediente bueno implica una cierta garantía competencial en determinados aspectos del currículo. Y, a más, una capacidad en materias colaterales, tales como la organización de la información, capacidad de pensamiento crítico o la aptitud para desbrozar los diferentes aspectos conceptuales de los problemas y su traducción a un lenguaje apropiado (matemático, informático, lingüístico ...) para poder abordar su resolución.

Decir que un expediente no sirve para nada significa abrazar la idea del "todo vale". Del "sé tú mismo" y "sé naïf y original, que eso es lo que importa". O plantea desdeñar la importancia de revisar el conocimiento adquirido y acumulado por la Humanidad mucho antes de que existiésemos nosotros, organizado y estructurado para su correcta comprensión y adquisición cognitiva. Un expediente solo, sin más, no es un salvoconducto para nada. Pero muestra determinado nivel de partida en algunas cuestiones, que con la correcta prospección puede ser testado y confirmado.

En nuestro país, la mayoría de los chavales hoy quieren ser youtubers. O nuevas promesas de la canción, sin un bagaje y trabajo detrás, vía concursos de búsqueda de nuevos productos de marketing. El conocimiento está venido a menos, en lo que respecta a la importancia que le da esta sociedad postmoderna del siglo XXI. Y, así las cosas, lo menos conveniente es que venga alguien de una empresa en la cresta de la ola para explicar que "el expediente no importa...". El expediente quizá sea una parte limitada de la foto fija que nos explica las competencias de la persona, pero es una parte indispensable, cuya evaluación ha de realizarse apoyada por otros elementos y desde una perspectiva mucho más amplia.

Resumiendo, ya vendrán los años de la creatividad y el refuerzo autoidentitario. Pero, chavales, en mi opinión cuando toca estudiar y ponerse al día, hay que hacerlo bien y buscar un rendimiento alto de dicho esfuerzo, como forma de estar mejor preparados, sin duda, para los retos del mundo del trabajo y el propio cultivo personal.