Ya se intuye por el título que van dos paletadas, una de cal y otra de arena. Va primero el logro, la positiva. Escribí aquí, en marzo pasado, mi satisfacción por el sobreseimiento de una denuncia por la que el Ayuntamiento de Madrid pretendía multarme. Y en aquel minuto agradecía además la ayuda de los funcionarios de la Xunta que desde aquí me habían facilitado la tramitación de mis alegaciones ante el consistorio madrileño. Amplío ahora mi contento porque de nuevo he podido comprobar la eficacia de la "ventanilla única" en el registro de la Delegación del Gobierno en esta ciudad que me evitó un desplazamiento a Santiago para presentar un trámite autonómico. Pero no puedo decir lo mismo con el embrollo de las tarjetas sanitarias que son un desatino en España porque la de aquí no vale allí (que cada uno meta la autonomía que quiera) en asuntos tan normales como la salud, obligándote a nuevas citas y recetas ante otros organismos para tratamientos estandarizados en todo el país, cultivando pestes de paso contra las Autonomías. ¿No es más razonable traspasar determinadas funciones que no todas las competencias en programas como la Sanidad, la Educación y otros asuntos que a todos nos afectan por igual?