El traslado a Oporto de la Compañía turca que viene operando en Lavacolla ha vuelto a atacar, de epifanía repentina, a los círculos monolíticos compostelanos y a sus portavoces de acompañamiento con ese localismo lastimero, propio del nacionalismo tribal, que se escuda en identificar sus intereses con los de Galicia. La coordinación, que invocan como pretexto, es un sofisma. Dígalo D. Agustín Hernández, exconselleiro y actual portavoz municipal del PP, que tanto tuvo que ver en el generoso reparto de destinos aéreos. Así se hizo posible que Lavacolla cuente con 49 rutas -16 internacionales- Peinador 23 -8 internacionales- y Alvedro 10 -2 internacionales-. Es decir, el aeropuerto coruñés ha sido el más castigado, pese a contar con el más numeroso núcleo poblacional y la mayor zona industrial de Galicia. La "coordinación" vigente de vuelos muestra el delirio del acantonamiento compostelano cuya voracidad es ilimitada. La Compañía turca que se va ya había reducido su actividad en Compostela un 65% desde el año 2015. El reciente convenio, firmado con el ayuntamiento compostelano, según su alcalde, no tiene otra contraprestación que la rentabilidad comercial, al parecer sin horizonte halagüeño. Los intereses de Galicia, que tanto se invocan, se defenderían mejor dejando trabajar al mercado. La Coruña es la ciudad nutricia de Lavacolla, con grave quebranto económico para el bolsillo de los obligados usuarios herculinos del aeródromo compostelano. Está demostrado cuán oneroso resultar mantener la desmesurada e innecesaria instalación, tanto o más que enterrar morteradas de dinero en el multiusos en el que han convertido la Ciudad de la Cultura. Todavía recordamos las palabras del "bien informado" arquitecto directo: "Galicia no existía en ningún lugar antes del Gaiás; solo era un lugar religioso".

Otrosidigo

En enero de 1928, el Plan de Líneas Aéreas declaró de interés general la ruta Vigo-La Coruña-Gijón-Santander-Bilbao-San Sebastián. El 24-02-28, una Real Orden habilita al puerto coruñés para la aviación y señala posible dotarlo de un aeropuerto. La guerra civil utiliza para usos militares los aeródromos de Guitiriz y Las Rozas y los terrenos del Aero Club de Santiago, fundado en 1932. Los terrenos de Alvedro fueron comprados por los coruñeses, mediante un impuesto durante los años 1951-56. Su construcción fue aprobada el 1-03-53 e inaugurado en 1963. Dos años más tarde, acaparaba el 56,3% del pasaje gallego y el 57% de la carga de Galicia. Entonces no existía el "cacicato" aristofóbico ni la Xunta metía la cuchara.