Siempre me gustaron más los viejos profesores que acabaron metiéndose a políticos, que los que se mantuvieron al margen pontificando desde la cátedra; quizá por eso Monedero se me escurre, da doctrina, pero no la cara; a la primera de cambio se ha ido a mandar desde la sombra del plasma.

Con la irrupción electoral en los últimos dos años de la nueva política repleta de un puñado de "viejos profesores" todopoderosos, me dije: estamos salvados; pero pronto me di cuenta de que estábamos en manos de los de siempre, lo cual no es malo necesariamente, los que siempre nos hemos equivocado hemos sido los electores. Hemos tenido presidentes ágrafos, no solo ya en su trabajo anterior a la vida pública; sino en el desempeño de la misma. Ni Suárez, González, Aznar, Zapatero o Rajoy podrían llenar algún tomo con sus obras completas, quizá Calvo Sotelo en su brevedad les daría un poco de lustre burgués. Tampoco fueron políglotas, ¿para qué? Algunos tuvieron cerca a Fernando Morán, Solana, Moratinos, si quieren a Margallo; seguramente podremos quejarnos de las negociaciones del PAC o del Feder, pero alguna tajada se fue sacando. A estas alturas ya estarán hartos y hartas de mi aparente conformismo, nada más lejos de la realidad, todo es efecto de las vacunas, de haber tratado de llenar los años de vida, sin mucho éxito.

Por eso me da pena, me indigna, que una persona, con años vividos, Carlos Jiménez Villarejo, un jurista de 80 años de prestigio, que llega ser el fiscal número uno en el escalafón, que es depurado por Aznar cuando realizaba a pleno rendimiento su labor en la investigación de la corrupción, que da la cara en las elecciones europeas en la lista de Podemos, sabiendo que es su prestigio lo que aporta ya que su dedicación al Parlamento Europeo no podría ser tan intensa como él desearía; insisto, me indigna, que el ramillete de "viejos profesores" no le dedique ni una mísera respuesta a sus argumentos al abandonar su disciplina iluminándonos con sentencias como: "Podemos es el mayor responsable de este gran fraude a la Ciudadanía" cuando se refería al lema electoral: "Queremos, sabemos, podemos", (que el alcalde de Cádiz le dé un repaso al argumentario de lo que quiere, sabe y puede). Recuerda también que "Debería exigirse a Podemos que, sin más demora, abandone su altivez política e ideológica", aquí el señor Villarejo me va a permitir, con toda humildad, que le diga que todos mantenemos utopías, pero en las tertulias; me temo que el profesor Monedero nunca le hará caso, porque usted siempre ha estado a pie de obra y él a pie de página. Este señor, por persona interpuesta, ha destituido a Sergio Pascual y no sabemos, a estas horas dónde está Errejón. Solo se oyen los palmeros. ¿Tantas alforjas?