Arteixo ha cerrado filas en torno a su alcalde, Carlos Calvelo, en la defensa de la supresión del peaje en Pastoriza para acceder a la autopista AG-55 que comunica el municipio con A Coruña. La liberación de este peaje es una antigua reivindicación que el Concello arteixán demanda al Gobierno y la Xunta, que ha cobrado firmeza desde febrero pasado, cuando el ministerio anunció que optaba por construir un enlace entre la autovía de Langosteira y la tercera ronda, en vez de asumir el coste de la supresión del peaje de Pastoriza, como reclama Calvelo.

El alcalde arteixán sustenta la legitimidad de su reivindicación en el dato de que la alternativa de eliminar el peaje, con un coste de 23 millones, resulta mucho más barata que la prolongación de la autovía del puerto exterior, que precisa de una inversión de 32 millones. Su propuesta liberaría a los vecinos de Arteixo de un peaje contra el que llevan dos décadas batallando.

Calvelo exigió a Fomento y Xunta la creación de una mesa de negociación para analizar la supresión del peaje en Pastoriza. La gota que colmó el vaso y causó indignación al regidor arteixán llegó el pasado martes, cuando el Gobierno decidió unilateralmenteabrir el acceso a Langosteira, optar por la construcción de la nueva vía e ignorar toda alternativa que conlleve la supresión del peaje en Pastoriza. Calvelo reaccionó entonces con un reivindicativo llamamiento a los vecinos para que utilicen el vial recién abierto al puerto exterior para llegar a Arteixo sin pagar peaje como protesta.

Es una astuta medida de presión, ya que Fomento asume el pago de una compensación a la concesionaria, conocida como peaje en sombra, por los vehículos que usen la autovía del puerto exterior para conectar con la AG-55. Un aumento significativo en el tráfico penaliza económicamente al Gobierno. Esta alternativa supone a los vecinos de Arteixo un mayor trayecto para viajar en coche a A Coruña, pero les sale gratis y permite presionar con efectividad al Ejecutivo central para lograr el fin de un peaje contra el que llevan años luchando.

La autovía AG-55, que enlaza A Coruña y Carballo, nació en 1993 libre de peaje. Un año después, publicaba el anuncio para la concesión administrativa de la construcción, explotación y conservación de la AG-55 con peaje. La "afrenta" propició la constitución de la Plataforma pola Autovía Gratuita, que aglutinaba a asociaciones vecinales, empresariales, sindicatos, taxistas, estudiantes, transportistas y políticos de todos los partidos. La inauguración del segundo tramo por Manuel Fraga en 1997 dio pie a una concentración multitudinaria. El corte de cinta inaugural se celebró entre antidisturbios y alumbró la instalación de las cabinas de peaje en una vía que hasta ese momento había sido gratuita.

Sus reivindicaciones han seguido vigentes hasta ahora. Aún hoy hay expropiados que se niegan a pagar el canon alegando que fueron privados de sus terrenos para construir una autovía libre de peaje. Los gobiernos autonómicos del PP se opusieron siempre a suprimir el canon apelando al millonario coste de rescatar la concesión, vigente hasta 2045. El PSOE, que había exigido la liberalización, cambió de postura durante el bipartito en la Xunta e hizo suyo el discurso sobre la inviabilidad económica, lo que provocó roces con el BNG.

Las tarifas no han dejado de incrementarse. El trayecto de ida y vuelta por esta autopista con dos tramos de curvas peligrosas y una elevada siniestralidad cuesta ahora cinco euros. El trayecto de A Coruña-Arteixo asciende a 0,55 euros y el de Arteixo a Carballo, 1,95 euros. La subida de las tarifas no ha supuesto más personal en el peaje. Las cabinas automáticas se han multiplicado y la Xunta tuvo que abrir un expediente a la concesionaria, en medio de crecientes quejas de los usuarios por un mantenimiento deficiente.

El tráfico por esta vía prosigue a la baja. La media diaria es de 11.746 coches, alrededor de un 20% menos que al inicio de la crisis. La AG-55 no ha servido para descongestionar la AC-552, por la que circulan a diario miles de vehículos que escapan del peaje.

El alcalde de Arteixo asegura que lo único que pide que se tenga en cuenta la opinión y los intereses de los vecinos del ayuntamiento en el que se asienta. Y planificación, algo que a su juicio faltó en la génesis de los accesos puerto exterior y ha supuesto ya numerosos quebrantos a los arteixáns.

Calvelo hace hincapié en el sinsentido que supone construir una nueva infraestructura como es el vial entre el acceso al puerto exterior y la tercera ronda que costará 32 millones en lugar de eliminar el peaje. El planteamiento cobra fuerza al desvelarse que el convenio entre Xunta, ministerio y concesionaria recoge que parte del tramo de la vía a Langosteira que acaba de inaugurarse en el que se han invertido 23 millones quedará en desuso si se hace el enlace a la tercera ronda. Una alternativa que para el regidor arteixán perjudica a los vecinos y solo beneficia a la concesionaria, que seguirá cobrando los peajes en sombra durante años.

La irreductible posición de Calvelo ha levantado ampollas en ámbitos del poder autonómico, sorprendidos por la firmeza de un alcalde que antepone el interés común de sus vecinos al de su partido. Esto le ha supuesto algún dardo desde la Xunta que aludió a "conductas irresponsables" en Arteixo. Olvidan que el celebrado éxito electoral de Calvelo al ser el alcalde del PP que mejor resultado ha obtenido en las pasadas municipales en la provincia de A Coruña y ser también el único dirigente popular cuyo respaldo se agiganta en el área metropolitana en contraste con el derrumbe de su partido, no es gratuito. Es fruto del compromiso asumido con sus electores.

Lo que el alcalde de Arteixo reclama dista mucho de ser irresponsable. Solo pide una comisión de negociación en la que se puedan oír las razones de Arteixo y en la que se analicen los costes de las distintas alternativas, así como los perjuicios que puedan ocasionar a los arteixáns. Lo que pide, hablando en plata, es que se elija la opción más barata para la Administración y para los vecinos de Arteixo. Más que irresponsable, la conducta de Calvelo responde a esa nueva manera de hacer política que todos prometen en esta campaña electoral pero que a la hora de la verdad cuesta tanto trabajo abrirse camino. Incluso en su propio partido.