Los partidos analizan los resultados para conocer las causas de la pérdida de votos. Encuestas equivocadas. Miedo a la novedad. El Brexit. Pero en la mayoría de los casos se olvidan de que los sentimientos del ser humano están por encima de la razón.

Hace unos días en una conocida villa gallega del interior, en la que tuve hace años un despacho de abogados, me encontré con uno de mis antiguos clientes. Un luchador sin estudios, pero con esa inteligencia natural. Quise preguntarle qué opinaba de las elecciones, y de que a pesar de lo sucedido el PP volviese a ganar e incluso subiese.

Éste era su razonamiento: son muchos años los que llevamos votando al PP. No nos gustan los cambios, nos gusta conservar lo que hemos tenido la mayor parte de nuestra vida. Vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer.

-¿Pero no cree que debemos dar paso alguna vez a nuevos partidos?

-Si se refiere o Podemos me parece que van de listos. No respetan las formas ni nos respetan a los demás, ni en el vestir, ni en nada. Se nota que no nos consideran.

-¿Y Rivera o Sánchez?

-De Sánchez pobre de él, en menudo fregado está metido. Los barones ni lo consideran y ahora no sabe ni qué hacer. No quisiera estar yo en su pellejo. Y el otro hace lo que puede pero es tirar el voto.

-¿Entonces votó usted al PP?

-Bueno, ya se lo he dicho. Sí, claro.

-¿Pero a pesar de toda la corrupción? -insistí.

-Yo no sé si el presidente es honrado o no, desde luego culpable de haber permitido todo esto? pues no sé qué decirle. Ni sé lo honrado que pueden ser los otros, porque nunca han estado en el poder. Así que voto a Rajoy o como mucho me quedo en casa, y esta vez no había que quedarse.