Nuestro alcalde nos ha sorprendido con unas declaraciones que, por su liviandad, hacen necesario repasar la historia de La Coruña y, al tiempo, disfrutar de las obras de Pardo Bazán, García Sabell, Fernández Flórez, Cunqueiro, Ángel del Castillo, Brocos, Pondal, Bugallal, Rodríguez Yordi, González Garcés, Martínez Barbeito, etc., nombres que evidencian cómo la literatura coruñesa estuvo siempre al margen de la estupidez. En su prédica don Xulio no aporta buena información. Dice "En La Coruña ya no hay calles con nombres fascistas (sí, todavía las hay), el Concello habla gallego (y castellano, como siempre) y hay una renta básica (de itinerarios inciertos)". Y continua don Xulio José "La Coruña proyecta lo que es y no aquella ciudad pija, del centro, de mentira, de cartón piedra". He aquí la dificultad de inventarse un mundo propio. ¿Qué gallego hablan los munícipes podemitas? El de los "normalizadores, calificados" por el presidente de la Real Academia, don Manuel Alvar, como "vocabilicidas". Los hombres públicos han de excogitar las palabras para evitar que circulen del argumento al conflicto. Conviene distinguir entre aristocracia (señorío, nobleza, cosmopolitismo, genealogía) y pijerío (amaneramiento, atuendo y gustos de una clase adinerada). El complejo social no se puede filetear en la política. La burguesía gallega tuvo una gran influencia en la vida local, desde mediados del siglo XIX era una burguesía ilustrada, generosa. En la que promueve en La Toja, el primer centro turístico de Galicia, establece la línea de tranvías en Vigo, restaura el Pórtico de la Gloria y, más recientemente, dona los terrenos para la construcción de la Ciudad de la Cultura. Ahí nace el coruñesismo, un modo de vida de empatía de historia, de la que podemos y debemos sentirnos orgullosos "de una ciudad caracterizada por la libertad, la convivencia y la tolerancia que la singularizan" escribió García Sabell, al subrayar su progresismo y universalidad. "Más importante que la historia, los valores indiscutibles de La Coruña son dones generosamente dispensados por los dioses. La Coruña es por eso aristocrática", apuntó Carlos Martínez Barbeiro. Hay que ser cuidadosos al confundir coruñesismo milenario, con el localismo populachero y asambleario que, en cuanto llega al municipio, produce un calendario lleno de perturbaciones. No es extraño que don Xulio se sienta como un "intruso" entre las nobles paredes del Ayuntamiento. Es la política la que refleja la convicción moral y en el peor de los casos una falta de convicción.

Otrosidigo

Coruñesismo, el de aquel banquero local que, enterado de la amenaza de una retirada masiva de fondos de una entidad viguesa, se desplazó a la ciudad olívica con su automóvil cargado de dinero, por si fuese necesario intervenir para evitar la bancarrota. Datos que deben conocer algunos dirigentes, que no habían nacido o estaban en la guardería.