No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere escuchar y, lamentablemente, para socialistas, socialdemócratas y progresistas, la decadencia ideológica, paulatinamente, se ha instaurado en el PSOE por unos ambiciosos barones y sus cuadrillas de aprovechados que sólo buscan el poder, importándoles un bledo las necesidades de la ciudadanía. En el momento en que Felipe González, Alfonso Guerra y otros dirigentes históricos de reconocido prestigio, dejaron la dirección de aquel partido, provocó que a Felipe González le sucediera el precipitado nombramiento de Almunia y su desplome, propiciado desde las bases, las cuales, en unas primarias, elevaron a Borrell a máximo dirigente, al que hicieron la cama los "baroncillos" y liberados que vivían de las migajas del banquete de la época dorada, promoviendo la dimisión del citado, en una vergonzante maniobra.

Parecía que con Zapatero se había normalizado y empezaba a recuperarse la cordura política; pero una mala gestión del inicio de la crisis lo dejó sin rumbo y posibilidades de insuflar viento en las velas socialdemócratas. A todo esto hay que añadir el paso de Rubalcaba por la dirección y, que a pesar de ser un excelente político, no pudo llevar adelante su proyecto, dejando vía libre a su sustitución.

De estos vaivenes se beneficiaron los jefezuelos seudo socialistas, que montaron un complot (dirigido desde Andalucía por la "palmera" Susana Díaz que se encargó, con premeditación, nocturnidad, alevosía y compinchada con politiquillos de dudosa solvencia política), y desmontaron a Pedro Sánchez (a la sazón Secretario General, elegido en primarias), agravando en el partido socialista la lucha interna, de consecuencias aún no valoradas, pero donde se aprecia una profunda división. Y aquí habría que preguntarse ¿por qué a los compañeros elegidos en las elecciones primarias los descabezan sistemáticamente?. Claro que los "muñecos" de la llamada gestora, ni gestionan, ni siguen las normas dictadas por la prudencia y el diálogo.

Así las cosas, los acuerdos con el PSC se tambalean, aunque de momento están parados y esperan una tabla de salvación. En política, la ceguera y la sordera son malas consejeras y ambos defectos alcanzan directamente a gestores y allegados. En Política, hay que saber analizar correctamente las situaciones, cuestión que no se está haciendo, y se percibe claramente el tembleque que le está entrando a la Susana Díaz que quiere ocultar su miedo a perderlo todo, paseando por los pasillos vacíos del Palacio de San Telmo, sede del Gobierno Andaluz.

Prolongar la agonía del partido del puño y la rosa, es un dislate que no hay por donde cogerlo. Los que mandan y dirigen ahora desde Ferraz, tienen el deber y la obligación de formar unos equipos que limen divisiones internas y recoloquen de nuevo las teorías socialistas, adaptadas a los nuevos tiempos, para salir de esta profunda crisis ideológica.