El AVE sigue resucitando los tics caciquiles que anidan en nuestros gobernantes. Felipe González, sevillano, llevó la alta velocidad hasta la Giralda; Magdalena Álvarez, titular de Fomento, malagueña, lo acercó hasta la calle Larios; mientras guardaba en su cajón varios tramos del AVE a Galicia (Touriño dixit). Pepe Blanco nos quiso cambiar la historia pero se olvidó de la curva fatídica; y Ana Pastor, no tuvo tiempo y dejó al puerto exterior de La Coruña sin la imprescindible vía férrea. Magdalena Álvarez, retorcida ministra, fue recibida con todos los honores por el bipartito municipal y jaleada por su voceros oficiales y oficiosos calificándola, de modo esperpéntico, como la mejor titular de Fomento para Galicia. Hace unos días, el ministro Gómez de la Serna, por motivos políticos, arrima el ascua a su sardina vasca, y desbloquea cinco tramos del AVE a Euskadi. Las comunicaciones ferroviarias han sido una constante de los coruñeses desde hace varios siglos. Don Fernando Rubine, alcalde y presidente de la Diputación, hizo del ferrocarril su bandera política, que llevó a buen puerto don Juan Martínez Picavia, en 1858, con la línea férrea a Madrid. Resulta expresivo comprobar, actualmente, las interesadas loas a las gestiones de los ministros Ana Pastor y José Blanco por militantes y montubíos interesados; loas, que los datos fehacientes, a la vista, se convierten en chanzas ingrávidas. La realidad, que se esconde o se ignora, nos depara el rubor de contemplar cómo en Galicia, en La Coruña, no destacan los políticos en el poder capaces de poner fin a tanto disparate.

Otrosidigo

El aeropuerto de Alvedro clamaba por ayudas a la navegación y el entonces ministro de Fomento José blanco le otorgó un parking, que no se había pedido. Alvedro sigue implorando ayudas a la navegación, y el actual ministro del ramo acaba de concederle una nueva sala VIP. Muchas gracias.