Si, tras visitar a Merkel, Rajoy dijera que se había hecho democristiano (como Landelino Lavilla), en el congreso veríamos cantidad de carteles del papa Francisco (pese a que Wojtyla y Ratzinger caían mejor). Solo Esperanza se acordaría del liberalismo y Aznar callaría porque está en Colombey (le village al que se retiró el general De Gaulle entre 1946 y 1958, cuando le volvieron a llamar).