"Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se viste de colorado".

Copla popular en Madrid referida al Duque de Lerma.

Dicen los que saben de estos menesteres -de todo hay que saber- que uno de los mayores desfalcos de la historia de España no se produjo bajo el reinado de un Borbón, sino que fue un valido de la Casa de Austria, de Felipe III por más señas, un noble castellano al que se le antojó cambiar la corte a Valladolid allá por 1601, donde había hecho acopio de grandes propiedades, suelo para especular y enriquecerse sin vergüenza con el urbanismo; el tal de las polainas venía siendo Francisco de Sandoval y Rojas, y el pelotazo inmobiliario en favor de sus bolsillos fue el más abultado del reinado. Pasó a la historia como duque de Lerma.

No había inaugurado él estas prácticas, poco sutiles y discretas, pero dicen los más avispados que solo fue víctima de un complot para sustituirle en el poder exagerando sus delitos urdido por su propio hijo, el Duque de Uceda y, como no, por su sucesor el Conde-Duque de Olivares.

Pese a todo, el duque de Lerma fue acusado de orquestar una de las mayores redes de corrupción en la historia de España, cimentada en un sistema de clientelismo y de venta de cargos públicos, se salvó por su repentina vocación religiosa y el favor del Rey. No conforme con unos beneficios que le convirtieron en el hombre más rico del Imperio volvió a persuadir a Felipe III para restaurar la corte a Madrid solo seis años después. En la actual capital de España el duque repitió la operación urbanística y compró a bajo precio para revender a la corona palacios y viviendas. Cuando se vio con el agua al cuello usó la estratagema habitual entre sus pares y solicitó de Roma el capelo cardenalicio para protegerse de cualquier proceso judicial gracias a la inmunidad eclesiástica. Desapareció comprobando cómo el duque de Uceda y el conde-duque de Olivares se incautaban de sus bienes con los que se llegó a decir que se podría construir El Escorial cinco veces.

Aunque crean que este folio viene a cuento de la chapuza orquestada por Urdangarin y la Infanta, nada más lejos de mi intención. Solo pretendo provocar cierta curiosidad sobre su papel en la cortina de humo que significa Nóos y sus protagonistas durante su estancia en USA para ensombrecer las cuentas del testamento y herencia del duque de Hernani, "tío Manfredo" y su pinacoteca de casi 700 cuadros no de mercadillo que, a pesar de ser inexportables, están expuestos en Nueva York, en Dallas o en Chicago. Y otros... pues ni se sabe. Parece ser que el patrimonio y el ducado figuran en beneficio de Margarita de Borbón, hermana del Rey mediante un Real Decreto no publicado en el BOE. Desde entonces los legítimos herederos, una facción de los Méndez de Vigo, parece que patalean con sordina. La ormertà es peccata minuta. Algún día se sabrá.