El traslado a La Estrada de los servicios de Emergencias 112 y 061 y la centralización del 091 en La Coruña, ha movilizado a quienes formulan la información "orgánicamente" y la secundan con tendencias lugareñas. El alcance de las nuevas tecnológicas y la necesidad de una movilidad más fluida origina lamentables traumatismos en la vida laboral que los gobernantes no han sido capaces de soslayar. Si la medida obedece a intereses políticos, están más que justificadas las protestas del personal afectado. Otra cosa es calificar los traslados de referencia como pérdida de peso institucional. La Coruña ha sufrido como ninguna otra ciudad el capricho y la ceguera política a raíz de ser vaciada de la capitalidad regional. Los mismos políticos, que promovieron la medida, habían previamente invertido considerables montantes económicos para las futuras sedes de la Autonomía en nuestra ciudad, que hoy perviven eufemísticamente como "nuevos ministerios". El vacío institucional no tuvo contrapartida alguna para la capital herculina. Ítem más, se inició un voraz programa "descentralizador" para arrebañarle, sin ton ni son, sus principales organismos. Santiago, a causa de acceder a la capitalidad, ha sido víctima de un urbanismo desgarrador, donde el cemento y el colosalismo de una macroterminal y de la Ciudad de la Cultura "alteran gruesamente su paisaje natural y la pérdida de la joya compostelana", como recoge el informe ICOMO de la Unesco. Santiago, rodeado su centro histórico, se ha convertido en una especie de laberinto del ensimismamiento y de la soledad. Es difícil circular por su casco urbano, como explicarán los servicios de Emergencia y quienes padecieron las consecuencias de aquel inolvidable macroconcurso-oposición, celebrado hace pocos años. La novedad capitalina se advierte en la sociedad local y en algunos portavoces, cuando de modo despectivo hablan de "ciudades-estado" y "localismos", mientras tratan de erigirse en intérpretes del sentir de Galicia. Estos rasgos se reflejan en las conmemoraciones privativas, en la perpetuación de los actos agrupados o en la convocatoria de certámenes o concursos, en los que la aspiración y la displicencia son género cercanos a la nada.

Otrosí digo

Beatriz Mato, ingeniera industrial, se perfila como candidata a la Alcaldía coruñesa por el PP. Avecindada en la Ciudad Vieja, es una política de piel dura y sonrisa fácil, que no ocultan su fortaleza. Conocedora de los resortes de la política autonómica, será la primera titular de la era democrática que llega curtida de su paso por la actividad empresarial. Mujer de su tiempo, es hábil negociadora y gusta de usar su poder de decisión. Será una excelente candidata si se despoja de los atavismos de su antecesor popular y piensa más en La Coruña que en las servidumbres de su partido.