Encuentran dormida y protegida por su perro a una niña de dos años en unos montes de Ávila. Tras siete horas de búsqueda los gruñidos del animal orientaron a los buscadores que localizan a la niña dormida, acurrucada y arropada por su mascota. Tampoco es cuento chino la carta de agradecimiento de un padre al bombero que salvó a su hijo, a la futura nuera y otros familiares de morir achicharrados en uno de los incendios de los ocurridos en Galicia. Chapoteando entre los sucesos diarios desdichados, cuando menos lo esperas surge algo que te cambia la percepción pesimista y te arranca una sonrisa. A veces compruebas que aún hay bondad y ternura en este mundo que, en un arrebato, podemos juzgar como vomitivo. Y no lo es porque por mucho malos presagios y cambios climatológicos que nos anuncien todavía sale el sol cada día y luce para los pobladores del planeta, animales y humanos, capaces de mucha bestialidad y vilezas, pero también de servicios y heroicidades. No sé a ustedes, pero a mí me ensancha el corazón conocer vivencias y leer relatos como los arriba apuntados, y me lleva a agradecer lo que vivo y a confiar más en lo que me rodea.