(Dice Don Lope a Tristana)

Mire usted señorita. En los tiempos aquellos de mucha religión la gente sabía las cosas por las campanas y las obedecía. Había toque de agonía, toque de muerto, el de fuego, bandera de gloria,

llamando a misa y repliques de gran devoción.

La gente oía y allá iban a visitar al agonizante,

a enterrar al muerto o a buscar los trabucos cuando tocábamos arrebatos.

Tristana , Luis Buñuel (1970)

La verdad es que se te ponen los pelos de punta al escuchar o leer que retiran fotos, que condenan a raperos a los que no les hace caso ni el Tato, que secuestran libros que hemos leído todos o que los leeremos gracias a la propaganda gratuita. En fin, que el freno y marcha atrás parece que están de moda, dicho sea esto sin ninguna connotación sexual que ofenda a ningún célibe voluntario.

Esas fotos, esos libros, esos ripios infames -raperos unos, patrióticos los otros- casi llegan a ocultar los homenajes a Forges. Puede ser que hayan ocultado el carnavalesco pregón de Santiago de Compostela y sus consecuencias, pues el tal discurso festivalero ha soliviantado las capillas compostelanas y aragonesas. Parece ser que el actor y humorista encargado hizo escarnio -a cara descubierta- de santos y vírgenes; mas supongo que la chanza iría por el supuesto de que el autor no estaba seguro de que el tal apóstol pudiese físicamente haber llegado en una barca de piedra a la capital gallega, ni que alguna virgen se hubiere aparecido en lo alto de una columna en Zaragoza; mucho menos que ambos se hubiesen conocido, ni siquiera en el sentido bíblico del término.

No sé si el pregón del tal de las polainas hizo mucha o poca gracia al público asistente, me cuentan que ni hubo pitadas ni abandonos masivos, las mediciones del carcajómetro no las he visto publicadas; pero seguro de que haberlas, haylas. Sí he leído que los adeptos a esa religión se adjudican el título de ser la primera industria de los cuatro puntos cardinales del país y que, por lo tanto, han intentado difundir las reacciones de las jerarquías eclesiásticas compostelanas y zaragozanas -con palmeros del Partido Popular-, manifestadas en forma de pregones, homilías o mítines; casi diría que exorcismos, en catedrales y basílicas como desagravio ante las supuestas ofensas perpetradas por los celebrantes de una fiesta laica, ni les va ni les viene, que para ellos sólo es el comienzo de una abstinencia penitenciaria que lleva a su semana gore y zombi basada en poner en peligro antiguas obras de arte al libre albedrío de la meteorología y los descerebrados con el uniforme militar de viejas fuerzas de ocupación colonial.

No hará falta volver al Arcipreste de Hita y sus explicaciones sobre los poderes del dinero y aquella irónica victoria de las tropas de doña Cuaresma sobre don Carnal.

Quizá haya que releer a Galdós, volver a ver a Buñuel, Nazarín, Tristana y Viridiana, y lamentarnos por no tener sus versiones nonatas de Fortunata y Jacinta, Ángel Guerra y Doña Perfecta.