Amedida que se acerca el Día das Letras Galegas (17 mayo) afloran públicamente datos sobre la promoción de nuestro idioma vernáculo, estadísticas que a los nacionalistas siempre se les antojan de escasos resultados. Las últimas, relativas al año 2016, señalan que se invirtieron 179.000 euros en la promoción del gallego, la editorial bajó un 47% y los ingresos del gremio registraron un total de 16 millones de euros. Ahora se insiste en apremiar la política lingüística en las áreas empresariales y turísticas, además de impulsar el uso de la lengua regional en los ámbitos familiar y juvenil. Se estima que el 74% de la juventud no emplea el vernáculo. Nuestro I+D enxebre irrumpe en la ley del consumo. Tal vez más necesitado de nuevas tecnologías y de rigurosos controles. La política no puede reemplazar a la pedagogía, sobre todo si se ha quebrado la cooficialidad y se nos quiere dar a entender que el castellano o español se impone desde Madrid, ni acusar a quienes no cultivan el vernáculo enemigos del gallego. Urge que repasen la obra del galleguismo histórico para que comprendan la inutilidad de cualquier método coercitivo. Las nuevas tecnologías han cambiado nuestra vida familiar porque la realidad nos llega a diario a través de las TV y radios de ámbito nacional y suele estar mejor encaminada porque la ofrecen con excelente presentación, programas más imaginativos y amenos y unos informativos sugerentes cada hora. La televisión regional, en sus "programas estrella" abusa del vintage y de tintes populacheros.

Otrosí digo

Según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, la corrupción, después del paro, es la máxima preocupación de los españoles. Ahora que se abordan en los tribunales casos muy señalados, recordamos el libro Corrupción y pecado del papa Francisco, que confiesa que "el corrupto tiene cara de yo no fui".