Sin olvidar que conviene tener a mano el sayo hasta el cuarenta de mayo, el buen tiempo que, por el momento, acompaña a esta primavera en Galicia ha animado a muchos a lanzarse a las playas -o piscinas- y disfrutar del sol y el agua. Los beneficios que reportan los modos de ocio comunes en verano, además del placer, traen de la mano riesgos ante los que se han de tomar precauciones, sobre todo en relación con la piel.

Una de las más sonadas y efectivas recomendaciones para cuidar la piel en verano es también una de las más incumplidas. "Hay que ponerse crema fotoprotectora sí o sí", afirma la presidenta de la sección gallega de la Academia Española de Dermatología, María Dolores Sánchez. "Ponerse morenos no es más que un mecanismo de defensa de la piel. La melanina es un pigmento que se extiende en la parte más alta de la piel para evitar que penetre tanta radiación ultravioleta. Funciona como un paraguas para que no se dañen las células más profundas", explica la dermatóloga, y apunta que "hoy, estar moreno es más atractivo, pero es señal de que nuestro cuerpo se ha defendido".

Ponerse crema los primeros días de playa y dejar de hacerlo después no vale: "Se tiene que aplicar de manera constante porque, aunque ya estemos morenos, va a seguir llegando la radiación al núcleo de las células", señala la especialista. Proteger la piel con las cremas adecuadas es, como indica Sánchez, el modo de prevenir algunas de las posibles consecuencias de la exposición al sol, como el envejecimiento de la piel y el cáncer cutáneo. Además, la dermatóloga hace hincapié en que no sólo hay que proteger la piel cuando se va a tomar el sol, sino en cualquier modo de exposición, como cuando se practica un deporte al aire libre o se pasea.

El buen tiempo conlleva más complicaciones para quienes ya padecen ciertas enfermedades. "No hay enfermedades específicas del verano, pero sí las hay que empeoran con la luz del sol. Las personas con enfermedades con fotosensibilidad, como lupus o porfiria, o urticaria solar, tienen que extremar las precauciones", explica la dermatóloga, que señala que también se vuelven más frecuentes en la época estival las picaduras de insectos, ante las que algunas personas presentan "una reacción cutánea exagerada".

También están entre los que deben ser más precavidos los que tienen la piel, el pelo y los ojos claros. "El coste es muy elevado para la gente blanca que no pigmenta. Son los que más riesgo tienen con la exposición al sol, y en Galicia hay mucha gente de pelo, piel y ojos claros", dice Sánchez.

Tomar el sol también tiene sus ventajas. "Algunas personas con algún tipo de enfermedad, en verano, mejoran, sobre todo las que tienen psoriasis y algunos tipos de eccema o dermatitis atópica. Está comprobado que la radiación ultravioleta mejora significativamente algunas enfermedades", señala la dermatóloga, que cita entre los factores asociados al verano que benefician a la piel el habitual descenso del estrés y el estado de relax.

No sólo la psoriasis y la dermatitis mejoran al sol. "La luz es estimulante. Las personas con algún tipo de patología mejoran con el sol, que es imprescindible para sintetizar la vitamina D, fundamental para absorber el calcio. El déficit de sol, de hecho, provoca raquitismo", explica María Dolores Sánchez.

El agua del mar va muy bien para quienes tienen eccemas, según la especialista, que insiste en la importancia de la hidratación después de bañarse en el mar. Pocos son los inconvenientes: "Bañarse en el agua del mar no tiene más problema que, si se tiene una herida, escuece, o si el agua está contaminada, se puede coger una infección". En cuanto a los baños en las piscinas, "siempre hay que aclarar bien la piel al salir para retirar de los restos e hidratar la piel más de lo habitual, pero se puede ir sin problema a la piscina", dice Sánchez.

La presidenta de la sección gallega de la Academia Española de Dermatología asegura que en el gremio notan que, con la llegada del buen tiempo, aumentan las consultas relacionadas con el cáncer de piel y el control de los lunares. "En esta época, la gente acude más a la consulta porque oyen hablar más de eso o porque se ven más lunares al llevar menos ropa", explica Sánchez, y resalta la importancia de fijarse en nuestra piel: "Cuando un lunar cambia de tamaño, color o forma, o pica, sangra o duele, hay que ir al dermatólogo", apunta.

Pero los lunares no son el único modo de manifestarse del cáncer cutáneo. "El melanoma puede aparecer sobre lunares o no. A veces es una lesión que empieza a crecer y persiste en el tiempo", dice la dermatóloga, que incide en la importancia de un diagnóstico a tiempo: "Hay que transmitir que el cáncer es una enfermedad que se ve y, si se diagnostica y se trata a tiempo, las posibilidades de curación son muy elevadas".