La psicóloga clínica María Teresa Lage comenzó a trabajar en la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga de A Coruña (Aclad), primero en la Unidad Asistencial y, desde 1998, coordinando la Unidad de Día. En estos años ha observado de qué manera los condicionantes sociales han influido en el cambio tanto del tipo de pacientes como de los tratamientos.

-¿Cómo ha afectado la crisis económica al funcionamiento del centro?

-Con la recesión hemos notado un aumento considerable de usuarios porque cada vez lo tienen más difícil para conseguir sustancias a un precio asequible, por lo que demandan más tratamientos como los de mantenimiento con metadona o naltrexona. Aparte de la crisis, la descentralización del poblado de Penamoa también ha influido en este incremento. La Unidad de Día oferta 25 plazas y están todas cubiertas, algo que no se había producido antes.

-¿De qué forma ha evolucionado el perfil de los pacientes y los tratamientos?

- Una cosa lleva a la otra. El perfil de drogodependiente hoy en día ha cambiado, se ha pasado de un sujeto con un entorno socio-familiar desestructurado a un paciente con trabajo y con una vida normalizada que es consumidor; por lo que sus necesidades son diferentes. Debido al recorte de subvenciones que recibíamos de la Xunta contamos con menos personal y no podemos tener el centro abierto todo el día. Antes abríamos desde las 08.00 hasta las 21.00 horas, y ahora sólo por la mañana hasta las 15.00 horas.

-¿Cuales son los casos más frecuentes?

-Nuestros pacientes suelen ser policonsumidores. También tenemos muchos casos de patología dual, es decir que además de las adicciones tienen algún tipo de trastorno psiquiátrico añadido al consumo. Es muy habitual encontrarse casos que combinen alcohol con alguna sustancia ilegal como la cocaína o mezclen el cannabis con otras drogas. .

-¿Qué papel juega la familia en el tratamiento?

-Los jóvenes suelen venir porque la familia les obliga, aunque cada vez es más habitual que sea el propio usuario el que acuda por su iniciativa. En cualquier caso, el apoyo familiar durante el tratamiento es fundamental y, afortunadamente, la situación se ha normalizado y ha desaparecido esa vergüenza ante el problema y la asociación de la drogodependencia a la marginación.