El coruñés José Romero está convencido que su sobrino es uno de los niños robados durante el franquismo, desde el mismo momento en que fueron a recoger al pequeño a la casa cuna de A Coruña y las monjas se negaron a entregárselo y echaron a los familiares del centro acusándolos de abandonar a la criatura. Han pasado más de cuarenta años intentando encontrar una explicación y ahora ven la oportunidad de aclarar lo sucedido gracias a la investigación que ha iniciado la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) de casos similares.

La organización presentó el 27 de enero una denuncia conjunta con 261 casos de niños presuntamente robados con la intención de que la Fiscalía General del Estado abriera una investigación a nivel nacional para intentar identificar a los responsables de una supuesta red de robos en hospitales de toda España, que luego se vendían a otras familias. Sin embargo, el órgano judicial anunció el pasado mes que no abriría una investigación conjunta y deberán ser cada una de las fiscalías provinciales las que asuman el procedimiento si así lo consideran conveniente.

El sobrino de José Romero nació en el sanatorio Modelo el 7 de julio de 1961 y su familia lo inscribió en el Registro Civil como José Antonio Romero Bello, con los dos apellidos de su progenitora porque era hijo de madre soltera. Hasta los cuatro años, el pequeño vivió con su madre pero "eran tiempos difíciles" y cuando a la hermana de José le surgió una oferta de trabajo, recurrió a la casa cuna de A Coruña, que prestaba apoyo gratuito a las mujeres sin recursos, para que le ayudaran en el cuidado del niño.

La familia visitaba al niño los jueves en la institución y los domingos se lo llevaban a pasar el día en su casa con la condición de devolverlo al centro por la noche, cumpliendo los "estrictos horarios impuestos por las monjas", recuerda José. Esta era la rutina que siguieron durante un año y medio, hasta que uno de esos domingos cuando el propio José y su hermana Laurentina, ya fallecida, acudieron a recoger al pequeño y las monjas los echaron "de malas formas" y "sin dar ninguna explicación más que no podían devolvernos al niño porque lo habíamos abandonado y lo habían dado en adopción".

"Nunca supimos más del niño", asegura este coruñés, quien a pesar de pelear por encontrar una respuesta, se desanimó ante las trabas que le ponían en todas partes. "No volvimos por la casa cuna, pues nos habían amenazado con llamar a la Policía y tampoco denunciamos. Eso era perder el tiempo. La Iglesia tenía el poder y en los juzgados ni siquiera nos atendían", aclara.

Romero está convencido de que su sobrino fue un niño robado que se vendió a otra familia. Por eso, ante el hecho de que más de 260 personas en todo el estado han reclamado ante la Fiscalía que investigue la apropiación irregular de niños entre las décadas de los 50 y los 90, este coruñés está pensando en la posibilidad de acudir, ahora sí, a la Justicia para saber cuál fue el paradero del pequeño. La familia tiene como prueba la partida de nacimiento del niño pero, según José, "seguramente en la casa cuna le cambiaran de nombre al venderlo".

El Sindicato Unificado de Policía (SUP) y la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) mostraron ayer su decisión de ponerse a disposición de los afectados con los recursos que tienen a su alcance y piden una investigación rápida y eficaz sobre el tráfico de niños. Las dos entidades también reclaman al Ministerio de Justicia y de Interior un pronunciamiento "claro y contundente" sobre el tema, al considerar que es "necesario y urgente" que la Administración "se comprometa a agilizar las investigaciones iniciadas para esclarecer estos hechos".

Al menos otros dos afectados

José Romero no es el único que ha sacado a la luz un caso de un presunto niño robado en A Coruña. María también se pregunta dónde está su hermano que supuestamente nació fallecido en 1966 en el hospital coruñés. Los padres del recién nacido no supieron nada más del pequeño desde que alguien les comunicó que había muerto y tampoco supieron donde lo habían enterrado. Durante cuarenta años no han tenido más noticias, pero acaban de descubrir que el bebé aparecía registrado como vivo al día siguiente de su alumbramiento.

Otro de los afectados es José Eduardo Castro, quien se considera un bebé robado. Este vecino de Ordes nació en el hospital de la Cruz Roja de Vigo en 1978 y fue acogido por la casa cuna santa Isabel de la ciudad. Sus padres adoptivos le han confesado que lo habían comprado y el afectado asegura además que una monja acudía a su casa al menos dos veces al año y se llevaba un sobre con dinero. Estos tres afectados coruñeses se proponen ahora denunciar sus casos ante la Fiscalía.