Como en la vida real. Además del móvil, varias líneas invisibles se cruzan en nuestro medio al traspasar las puertas de un centro comercial, en casa o un edificio administrativo, pero también en la calle misma. Lo último, que publicarán próximamente, es un estudio en el que superponen diferentes fuentes de radiación electromagnética, que acaban de perfilar. Para ello, ya cuentan con una cámara en la que comenzar a trabajar incluso con ratones. "Estamos haciendo un modelo con el uso de varias frecuencias al mismo tiempo: wifi, radiación de móvil, ordenador, radio...", que emule la situación actual.

-¿Se trata de la primera vez que se alerta sobre el aparato receptor en sí y no sobre las antenas base de telefonía?

-La OMS, hace bastantes años que está haciendo recomendaciones en relación a la exposición de los campos electromagnéticos de los teléfonos móviles en humanos, destinadas al público en general y también a las líneas de investigación que considera prioritarias en el estudio de los efectos de la radiación en los seres vivos. En relación al cáncer cerebral hay numerosos estudios en los últimos años (en una gran número de países) que parecen indicar una mayor incidencia de cáncer cerebral entre los usuarios de teléfonos móviles.

-Las nuevas tecnologías 3G, internet en el móvil o sistemas de localización que llevan los aparatos, ¿pueden hacer más dañinos los aparatos?

-El avance tecnológico de las telecomunicaciones va muy por delante en relación a las investigaciones de los efectos biológicos, en relación con la salud. Hasta ahora la comisión internacional para la protección de radiación no ionizante ha basado la legislación (las dosis de radiación no ionizante permitidas) para la protección del público, en relación solo a evidencias científicas de efectos biológicos térmicos. Hay todavía un gran vacío en la legislación a este respecto y mucha investigación que hacer.

-La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) ha decidido calificar los campos electromagnéticos que generan los teléfonos en la categoría 2B, para dar una alerta generalizada a escala internacional. ¿Qué significa esta categoría?

-Yo no soy especialista en cáncer, pero creo que la información que se le debe dar al público en general que utilice teléfonos móviles, es que se ha establecido una relación causal entre alguna tipología de cáncer cerebral y el uso del teléfono móvil en numerosos estudios epidemiológicos y experimentales básicos. Me parece un paso importante que la Organización Mundial de la Salud alerte a la población sobre un posible riesgo de la exposición continuada de la emisión de campos electromagnéticos de teléfonos móviles en humanos, debido al contacto directo del dispositivo en la cabeza de los usuarios. Sin embargo, esta información no debe de tomarse con un alarmismo excesivo, ya que en la vida diaria probablemente estemos expuestos a agentes carcinógenos mucho mayores.

-¿Existen estudios concretos en la comunidad gallega sobre esta temática?

-En la actualidad somos el único grupo de investigación interdisciplinario (físicos y médicos) en Galicia que dedica sus esfuerzos al estudio de los efectos biológicos de los teléfonos móviles. Estamos centrados en el estudio de modelos neurológicos experimentales con animales en vivo, ya que de otra forma no podemos llevar a cabo simultáneamente estudios de dosimetría, morfológicos y clínicos. Muchos de nuestros trabajos están publicados en revistas científicas, como resumen te diré que hemos encontrado algunos cambios importantes en la fisiología cerebral tanto a nivel clínico, electroencefalográfico y modificaciones importantes en algunas tipologías celulares después de la exposición de la radiofrecuencia de teléfonos móviles.

-¿Se debería de limitar la edad legal para tener un móvil?

-Bajo mi punto de vista y por las investigaciones que estoy llevando a cabo se debe de retrasar el uso del teléfono móvil todo lo que se pueda, sobre todo en niños. Precisamente porque los efectos en la salud los podemos conocer a largo plazo (en varios años), en ese sentido creo que es más responsable limitar su uso en edades tempranas.