En el conflicto que mantienen los docentes gallegos con la Consellería de Educación chocan dos puntos de vista. El de los profesores, que se quejan del incremento de cuatro horas lectivas más a la semana que, a su juicio, perjudica a la calidad de la enseñanza. Se trata de una medida que se resisten a asumir porque, alegan, fue aprobada sin contar con ellos y sin negociación. Y la postura de la Xunta, que justifica la decisión en la "situación económica" de la comunidad y en que realmente no aumenta su horario lectivo, sino que se reestructura.

Ayer, de nuevo, ambas versiones volvieron a chocar en la segunda gran movilización de los docentes para intentar parar los pies al departamento que dirige Jesús Vázquez. Los sindicatos convocantes -CIG, CCOO, STEG, UGT, ANPE y CSIF- cifraron la participación en la convocatoria de huelga en el 75% del profesorado, mientras que el Gobierno rebajó el porcentaje a un 21,98% de media en la comunidad -el 20,4%, en A Coruña-. Lo que para los primeros ha sido un "éxito", para el segundo es una prueba de que "la gran mayoría no entiende las motivaciones" de los manifestantes.

En todo caso, decenas de miles de profesores -15.000, según los convocantes, una cifra, dicen, similar al 9 de septiembre- desfilaron por las calles de Santiago para concentrarse ante la sede de la Xunta, donde el profesor jubilado Xavier Docampo leyó un manifiesto en el que los docentes denuncian que el decreto de ampliación horaria supondrá un "deterioro en la calidad de la enseñanza" y atribuyen a Educación un objetivo tras estas medidas "unilaterales": "avanzar en la privatización de la enseñanza" con el "desmantelamiento de los servicios públicos" y la "reducción de los cuadros de personal de los centros".

Segundo intento

Estos dos puntos de vista opuestos volverán a chocar otra vez, ya que los sindicatos -que piden la dimisión del conselleiro- avisaron de que se movilizarán el 27 si la Xunta no "para esa agresión sin precedentes" que "ahonda en el desprestigio" de la profesión. Y no parece que vaya a ocurrir. Porque el director xeral de Centros, José Manuel Pinal, avanzó ayer que Educación no dará marcha atrás. Es más, puso en manos de los docentes, a los que recordó su "responsabilidad", la decisión, y les recordó que esas cuatro horas suponen "60.000 horas semanales más para poder atender a los niños que más lo necesitan".

La manifestación que recorrió ayer las calles de Santiago da continuidad a la jornada de brazos caídos celebrada el martes. El BNG reclamó a la Xunta que "rectifique" ante el "éxito" de la protesta y el PSdeG acusó al Gobierno de "denostar" la función docente, mientras el PP gallego cree que es "lamentable" que los sindicatos utilicen a los alumnos "como coartada y como rehenes para reivindicaciones claramente politizadas".