La Agrupación Mutual Aseguradora(AMA) repartió ayer 36 millones de euros del cuarto premio de la lotería (el 85.045). Su presidente, Diego Murillo, fue el comprador del número y se felicita porque la lluvia de millones esté repartida entre más de 600 personas, en su gran mayoría trabajadores, colaboradores y sus amigos, que ayer celebraron que la suerte llega a decenas de ciudades y que "por primera vez cae algo en Pontevedra".

"Se lo digo de verdad: fui ver la cantidad de gente que había ante la puerta de la administración y me callé y sali corriendo". Manuel Fabeiro, un veterano empresario pontevedrés, sonríe al recordar la primera vez que en la mañana de ayer atisbó que podría haber resultado premiado: demasiadas cámaras, delegados de bancos y curiosos cuando fue a sellar la Bonoloto, así es que oportunamente decidió disimular por si le pedían declaraciones que no quería dar. Era temprano, camino del mercado, y ni se creyó que podría haber tenido tanta suerte que tres de sus décimos resultasen premiados. "Había demasiada gente, incluso portavoces de los bancos", reconoce Fabeiro entre bromas mostrando la tarjeta de una de las entidades.

Lo llamó el presidente del Colegio de Médicos, Luis Campos Villarino, pero ni aún así lo asumió. "Hasta que contestó al fijo la mujer no me lo empecé a creer", recuerda horas después con sus amigos, reunidos en bar El Americano alrededor del presidente de la mutua AMA, Diego Murillo, la persona que adquirió el 85.045, el número que resultó agraciado y con el que ha repartido 36 millones de euros. Lo acompañaba parte de su familia y numerosos colaboradores y amigos, en una jornada especialmente alegre porque "por primera vez en muchos años nos toca a Pontevedra, ya era hora..." sonríe mirando a sus compañeros de tertulia y momentos antes de contestar a las preguntas de una emisora de radio Manuel Fabeiro, antes de reconocer: "No le exagero: hasta que llamó Murillo no me lo creí, porque vaya a usted a saber si estos te dicen la verdad".

"Lo bonito es que salió por primera vez en Pontevedra", se felicita el empresario antes de que sus compañeros le recriminen su desconfianza, "y nos hacía falta porque en esta ciudad estabamos necesitados de suerte".

Con ellos, Javier Sante, trabajador de AMA que iniciaba ayer sus vacaciones en Canarias y recibe la noticia de que le han tocado 3 décimos (60.000 euros), momentos antes de tomar el vuelo. También el presidente del Colegio Médico de Pontevedra, Luis Campos, que ironiza con que "al menos la lotería nos compensará este año la rebaja a los funcionarios" o el joven Alejandro Campos,empleado de AMA y que ayer cumplía 26 años. La lotería le ha supuesto un inmejorable regalo de aniversario, que conmememoró oportunamente con refrescos.

Por su parte, el presidente del Colegio de Veterinarios y secretario de la Fundación AMA, Luis Núñez Desiére, es otro de los agraciados que se acercó momentos después hasta el bar para saludar a los amigos. En total, tiene tres décimos (que, modestamente, no reconoce) y explica que "como a todos, me alegra la noticia".

Se enteró porque lo telefoneó su madre "me dijo que había tocado en Pontevedra pero no pensé que era yo, porque yo el décimo lo compré en Madrid, así es que tuve que llamar a Diego (Murillo) para compar que era el único número".

Fueron algunas de las decenas de anécdotas que rememoraron los amigos y familiares de Diego Murillo en la improvisada celebrabación tras conocerse el premio, un encuentro que posteriormente continuó en el Hotel Comercio con los numerosos allegados del médico pontevedrés.

Mientras tanto, iban llegando los mensajes: de Alicante, de Elche, de Salamanca... Decenas de alegres comunicaciones que Diego Murillo contestaba disimulando el sueño. Y es que tanto él como el presidente del Colegio de Médicos de Pontevedra llegaron a Pontevedra pasadas las 5 de la madrugada.

El overbooking en su vuelo los obligó a tomar un taxi desde Madrid que los desplazase a Pontevedra, de modo que llegaron a la ciudad del Lérez exhaustos.

La noticia de la suerte en la Lotería fue, con todo, un buen estímulo para amanecer tras una larga noche, y ayer Diego Murillo recordaba que nunca ha tenido preferencias por un número en concreto "lo único que pedí en la administración", reconocía, "es que acabase en 5".

Lo demás, decenas de bromas (sobre la gorra que viste uno, las reticencias a invitar de otro amigo, las ideas políticas del tercero...), decenas de códigos entre personas que se conocen y se quieren que ayer volvieron a repetirse en una jornada especialmente alegre.

No faltaron en ella algunos de los hijos, nueras y nietos de Diego Murillo, así como numerosos amigos (entre ellos el ex presidente de Caixanova, Manuel Campos Villarino) que iban pasando para reconocer que "tras una vida de éxitos empresariales, repartir 36 millones entre los trabajadores y los colaboradores es poner el listón en lo más alto".