La enseñanza se adapta a los nuevos tiempos. Cuando quienes se sientan en los pupitres son nativos digitales, limitarse a impartir clase con el libro de texto no tiene sentido. Por ello, cuadernos, bolígrafos y manuales ya comparten espacio en el aula con portátiles, pizarras digitales o tablets. Profesores y pedagogos gallegos alaban las ventajas del uso de las nuevas tecnologías en el aprendizaje de los pequeños, pero reconocen que se tratan solo de "un complemento" más a la hora de impartir clase. "Son una ayuda que abre muchas posibilidades, pero que no cambian totalmente la enseñanza. Hay cosas que nunca van a desaparecer: las redacciones, aprender a escribir sin faltas de ortografía, etc...", indica el coordinador del proyecto Abalar en el IES Adormideras de A Coruña, José Manuel Tallos. "Los ordenadores, de momento, no van a sustituir a los libros de texto", añade el presidente de la Asociación de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez.

Pasar de un aprendizaje pasivo a uno colaborativo, activo, en donde el propio alumno es quien debe buscar y contrastar información, es una de las principales ventajas de incorporar las nuevas tecnologías en el día a día de las aulas. Con este objetivo bajo el brazo nacía en 2010 el proyecto Abalar, de la Consellería de Educación. Una iniciativa de la que ya se benefician más de 49.000 alumnos gallegos y que dota a los centros de material necesario para "un cambio de modelo de centro educativo tradicional a digital". El kit básico para todos los colegios que participan en el proyecto es un ordenador ultraportátil para cada alumno -de momento solo se imparte en 5 y 6º de Primaria y 1 y 2º de Secundaria-, un portátil para el profesor por clase, una pizarra digital interactiva así como un proyector. Aparatos que se completan con una plataforma digital en la que los profesores obtienen contenidos y recursos para impartir las clases.

En la práctica, todo este material sirve como apoyo a la hora de dar clase y es el profesor quien decide cómo y cuándo se utiliza. "Cada alumno tiene un ordenador que se guarda en un armario donde se cargan. Si el profesor lo desea se utilizan como complemento en alguna materia", indica Tallos, quien añade: "Las posibilidades son inmensas. Se pueden bajar aplicaciones de idiomas, para aprender ortografía, hay tests de autoevaluación para que realicen solos los alumnos, etc...".

Además al tener conexión a internet, los alumnos pueden consultar cualquier duda de manera inmediata. "Si por ejemplo se habla de un país que no saben donde está ubicado lo pueden buscar con un solo clic", indica este profesor del IES Adormideras, donde cuentan con ultraportátiles los alumnos de 1º y 2º de ESO. Las nuevas tecnologías también reinventan la forma de explicar la lección. Gracias a la pizarra digital -sensible al tacto y en la que puede proyectarse cualquier aplicación del ordenador-, los profesores pueden completar su explicación con vídeos, imágenes o cualquier otro recurso digital.

Algunos colegios ya van más allá e incorporan las tablets en el día a día de sus alumnos. En la práctica su uso es similar al de los estudiantes que tienen ultraportátiles (que también son táctiles). El CEIP Ponte do Brozos de Arteixo o los colegios Eirís y Jesuitinas de A Coruña son algunos de ellos.

El uso de nuevas tecnologías hace más atractivas las clases para los pequeños, pero supone una labor de reciclaje para muchos docentes. "Usar estos recursos nos sitúa más cerca de los alumnos, nos permite hablar su idioma porque ellos son nativos digitales", indica José Manuel Tallos, quien añade: "Para los profesores supone un cambio a la hora de dar clase y además muchos tienen que formarse en el manejo de las nuevas herramientas. Hay cursos específicos para ellos".

Internet también se ha convertido en una herramienta básica dentro de la enseñanza. Las bautizadas como aulas virtuales terminan con clásicos como la toma de apuntes en clase o que los estudiantes tengan que entregar los trabajos in situ al profesor. Las posibilidades de estas webs varían en función del profesor. "En mi caso, por ejemplo, les cuelgo allí los apuntes -que también les doy en papel- y no les pido que tengan libro. También informo en el aula virtual de la programación del curso para que luego nadie diga 'esto no sabía que entraba en el examen', pongo gráficas interactivas...", indica Tallón. Muchas veces, la entrega de presentaciones o trabajos ya no se realiza en mano, sino que el propio estudiante debe colgarlas en la web de esa asignatura.

Y las ventajas del mundo virtual también llegan a las familias. Dentro de la web del proyecto Abalar hay un apartado para que los padres puedan consultar las notas y las faltas de asistencia de sus hijos, datos que vuelcan los profesores diariamente. "De momento tiene poco uso porque se precisa el DNI electrónico, pero la Xunta trabaja en una aplicación para informar en el móvil", indica Tallón. El futuro obliga a las escuelas a reinventarse.