Fijar la altura de un individuo no es la única función que tiene la hormona de crecimiento (GH). Por ello, los niños que presentan déficit de esta sustancia -como el ourensano que precisó la mediación de los Reyes para que obtener una nueva cita en el Sergas- no solo son más bajitos y crecen a un ritmo más lento que el resto de pequeños de su edad sino que suelen estar siempre cansados, con falta de energía y tienen rostros más aniñados de lo que correspondería por sus años. En los adultos, el déficit de esta hormona provoca también cansancio, acompañado de depresión y ganancia de peso o grasa corporal. El déficit de GH está detrás de la mayoría de problemas de crecimiento en la infancia, pero no es la única causa que puede provocar que un niño no gane la altura prevista. Eso sí, frente a la polémica suscitada en Galicia ante la denuncia de varias madres que señalaban que el Sergas se negaba a financiarles el costoso tratamiento contra este trastorno, médicos y afectados aseguran que la terapia está financiada siempre y cuando se cumplan los requisitos para recibirlo.

La hipófisis, una glándula del cerebro, es la encargada de generar la hormona de crecimiento. Los problemas surgen cuando deja de producir la cantidad adecuada de esta sustancia, algo que puede deberse a dos motivos. "Cuando es un déficit aislado, es decir, la hipófisis sólo deja de producir la hormona de crecimiento suele ser algo que llamamos idiopático, es decir, no sabe exactamente la causa, simplemente que no produce lo suficiente. Es lo habitual en niños", indica el endocrino Ignacio Bernabeu, miembro del Comité Asesor para el Uso Terapéutico de la Hormona de Crecimiento del Sergas, quien aclara que cuando aparece déficit de otras hormonas suele ser por "una enfermedad en la hipófisis como puede ser un tumor; lo habitual en adultos".

Los síntomas que levantan la sospecha de que existe un déficit de esta hormona también son distintos en niños y mayores. La altura es lo que desata la mayoría de alarmas durante la infancia. Se trata de niños bajitos, pero que además crecen mucho más lento de lo que deberían. Los expertos piden no alarmarse a la ligera. "Hay que ver la talla familiar y tener unas expectativas razonables. En las revisiones pediátricas, el médico ya sigue el crecimiento a través de los percentiles. Los niños con este déficit, suelen registrar un crecimiento enlentecido"; indica Bernabeu. Pero hay otros síntomas. "Son niños que siempre están cansados, están en edad de correr y estar activos y ellos siempre prefieren estar sentados", añade la vicepresidenta de la Asociación Crecer -que asesora a familias en problemas de crecimiento-, María Antonia Uceda, quien añade: "Además son niños de aspecto infantil, con facciones que no corresponden a su edad". En el caso de los adultos suele darse en pacientes que previamente han tenido una patología hipofisaria o un tumor. "La talla ya no es un síntoma, así que la clave está en que suelen estar cansados, con falta de energía, sufren depresión, pueden ganar peso y grasa corporal", indica Bernabeu, quien aclara que ello se debe a que "la hormona de crecimiento se encarga de regular otras funciones del organismo más allá de la talla como, por ejemplo, los estados anímicos".

Una vez diagnosticado este déficit, el tratamiento suele consistir en la inyección de la hormona de forma diaria, algo que puede ser de por vida o finalizar al llegar a la edad adulta, según el caso. "Se trata de un tratamiento que precisa de un riguroso control médico", indica Uceda y por ello, es un comité científico el que debe aprobar que el niño o el adulto reciba esta terapia. "Hay una serie de criterios, fijados a nivel internacional, que hay que cumplir porque sino, el tratamiento no es el indicado para el paciente", señala Bernabeu, quien explica que la sanidad pública sí financia este medicamento, pero solo a aquellos pacientes que lo necesitan ya que no todas las personas con problemas de crecimiento deben tomar esta hormona. "Si no hay un diagnóstico claro o las pruebas no son concluyentes no se les da. Que existan estos requisitos es una garantía de que el niño está bien tratado", señalan desde la asociación Crecer, donde desaconsejan que los padres compren la hormona por su cuenta "porque equivale a salirte del sistema".

María Antonia Uceda - Vicepresidenta de la asociación nacional Crecer

"Muchos padres se dan cuenta al no tener que arreglar el bajo del ´baby´ al niño durante años"

El mandilón de los niños es uno de los elementos que lleva a muchos padres a sospechar que sus hijos tienen déficit de la hormona de crecimiento. "La altura es lo más chocante, muchas de las familias que llegan a la asociación nos dicen lo mismo: es que mientras al resto de niños le arreglan los bajos del baby todos los años, el mío lleva con el mismo tres años", señala María Antonia Uceda, vicepresidenta de la asociación nacional Crecer, que asesora a familias y afectados de problemas de crecimiento.

Uceda asegura que la estatura es lo primero que aprecian los padres, pero recuerda que el déficit de la hormona afecta a otras partes del cuerpo. "Esta hormona se encarga de mantener los órganos y se aprecian cosas como que estos niños tienen peor la piel, las uñas más frágiles, están siempre cansados", señala y advierte de lo que tienen que pasar los niños en el colegio. "La altura les hace que, para jugar al fútbol, por ejemplo, nadie los elija", sostiene.

Uceda reconoce que, una vez los niños reciben el tratamiento, la mejoría se aprecia rápidamente. "Es como una planta que la riegues, en dos meses notas diferencia", indica y señala que con terapia estos niños pueden llegar a medir incluso 1,70 metros. Sobre el acceso al tratamiento reconoce que el problema es que, a veces, "faltan pruebas o no son concluyentes".