El día a día de las comunidades de los castros en la Edad de Hierro tenía mucho más que ver con el trabajo de la tierra que con la guerra, como defienden los postulados de las sociedades célticas, de carácter guerrero y fuertemente jerarquizadas. A esta conclusión ha llegado el historiador Brais X. Currás, que estudió en su tesis doctoral y la evolución de la estructura social y territorial de las comunidades del Baixo Miño entre la Edad de Hierro y la integración en el Imperio Romano.

Los resultados del trabajo rompen con los esquemas tradicionales que hablaban de una estructura jerarquizada y presentan un modelo alternativo -que el autor define como segmentario- para entender el funcionamiento de la Edad de Hierro y que supone una nueva forma de aproximación a las sociedades que habitaron los castros a la vez que revela el impacto totalmente transformador que supone la llegada de Roma.