El estreno de la nueva película protagonizada por James Bond ha servido como excusa a Atresmedia para programar un ciclo con todas las películas del agente 007 con licencia para matar, y ha servido también como excusa a los viejos aficionados a las aventuras de Bond para reivindicar al maltratado George Lazenby, para demostrar que los malos de las películas de James Bond son mucho menos inquietantes pero más divertidos que los malos de Fargo, y para concluir que el Bond de Daniel Craig es menos divertido pero mucho más inquietante que el Bond del gran Sean Connery. Por lo demás, el mundo de las películas digamos "clásicas" de James Bond nos queda tan lejos como la Inglaterra victoriana. En las películas de James Bond protagonizadas por Connery, tanto los amos del mundo como los aspirantes a amos eran muy reconocibles. Hoy, los amos del mundo son, como dice el historiador Marc Ferro, anónimos e incontrolables. La secretísima organización Spectra no es nada si la comparamos con ese poder que baja súbitamente los precios agrícolas, juega con las primas de riesgo o hace y deshace modas y opiniones. Los progresos tecnológicos del nuevo Bond no han sido acompañados por progresos sociales o políticos. ¿Qué nos importa el coche invisible de Bond en Muere otro día o, en palabras de Marc Ferro, qué más nos da tardar una hora menos en ir de Marsella a París? ¿Qué importa todo eso si un tiparraco como Augusto de la Torre, economista jefe para América Latina del siniestro Banco Mundial, sostiene sin que se le caiga la cara de vergüenza que en las crisis el salario mínimo es un enemigo del empleo y propone que los jóvenes cobren menos o que trabajen más horas por la misma paga? Ernst Stavro Blofeld y Spectra han sido superados por Augusto de la Torre, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la madre que los parió a todos. Mientras estamos entretenidos con los coches invisibles de Bond y los trenes de alta velocidad que nos ahorran una hora de viaje, la auténtica Spectra da la razón al inversor Warren Buffet: claro que hay lucha de clases, y la suya, la de los ricos, va ganando.