Durante los 11 años y medio de vida que duró, ningún médico supo acertar con el nombre concreto de la enfermedad que padecía la niña noiesa Andrea Lago, aunque se barajaron varios. Simplemente se conocía su definición: un trastorno físico degenerativo. Los primeros síntomas comenzaron a manifestarse en la niña a los 8 meses de edad.

El juez falló en favor de los padres de la niña en base a los criterios que rigen la ley de derecho a morir dignamente (o de muerte digna) vigente en la comunidad gallega. La aplicación de la decisión tomada por la judicatura (retirada de la alimentación intravenosa y administración de sedantes) es, no obstante, un hecho usual hoy en día en todos los hospitales del mundo occidental sin necesidad de llegar a los tribunales. Basta con el visto bueno de los familiares más próximos al paciente. Eso sí, no suele tratarse de pacientes niños, sino de personas de avanzada edad.