El papa Francisco arremetió ayer contra los "fabricantes y traficantes de armas", a quienes culpó de los atentados terroristas como el perpetrado en Bruselas porque, en su opinión, "quieren sangre, no la paz, quieren guerra y no la fraternidad". El Pontífice hizo esta declaración ante alrededor de mil refugiados, la mayoría musulmanes, y los trabajadores de un centro de acogida de Roma, adonde se desplazó para lavar los pies -tradición del Jueves Santo- a once refugiados y una asistente social.