Las casas de apuestas pusieron a Barei, la representante española, en el cuarto puesto tras su actuación. Buena señal. Estocolmo acogió la 61.ª edición del Festival de Eurovisión por todo lo alto. El tema Say Yay!, el primero completamente en inglés que presenta España, gustó mucho. Intervino en el puesto 19.º, detrás de Rusia, que partía como favorita en el mundo de las apuestas. Sin embargo, la gran sorpresa de la noche fue la cantante australiana Dami Im, que después de clasificar a su país por primera vez en la historia del festival, brilló con luz propia interpretando su tema Sound of silence sentada sobre un cubo y haciendo derroche de voz. Al cierre de esta edición, ocupaba el primer lugar de las votaciones seguida, a bastante distancia, por Ucrania y el país anfitrión, Suecia.

Más de 200 millones de espectadores en todo el mundo siguieron la gala, que este año llegó al público de EE UU por primera vez. También se han enganchado al euroespectáculo países como China o Nueva Zelanda, que no concursan. Australia, a estos efectos, forma parte del eurogrupo.

En la final actuaron 26 países que habían superado las dos semifinales: Letonia, Georgia, Bulgaria, Ucrania, Serbia, Polonia, Israel, Lituania, Bélgica, Australia, Azerbaiyán, Rusia, Países Bajos, Hungría, Croacia, Austria, Armenia, República Checa, Chipre y Malta. Y asimismo los miembros del Big Five, España, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, además de Suecia, en su calidad de anfitrión por ganador del año pasado.

Barei prometió sorprender al público en su actuación con algo que no se había hecho nunca en los más de sesenta años de certamen. Y la sorpresa llegó hacia el final del primer estribillo, cuando realizó un giro que la desequilibró y cayó. A partir de entonces, tres segundos desconcertantes. La música se detuvo y en el estadio sueco, totalmente a oscuras, sólo se escuchaba la respiración de la artista. Un foco la buscó entre el gran vacío y Barei reapareció en el suelo. Y siguió cantando.

Con una actuación enérgica y optimista, Barei cumplió anoche su gran sueño. La artista madrileña, una desconocida para el gran público hasta hace apenas unos meses, se mostró exultante, aunque por momentos algo nerviosa, en una actuación que buscaba transmitir el mensaje de superación que destila la letra de su tema. Y es que Say Yay!, la primera canción íntegramente en inglés que representa a España en Eurovisión, refleja, según reiteró la cantante en los días pervios al festival, "ese intento de lucha ante la adversidad". La caída a mitad de actuación, explicó Barei, simboliza esa fuerza necesaria ante los problemas. La artista confiaba, además, en que la gente recordara su actuación sólo ya por ese simple gesto. "Nadie lo va a olvidar. La gente siempre recordará a la chica que se cae".