El momento más feliz de la vida de la lucense Vanesa Rodríguez y su marido, Roberto, se tornó en uno de los tragos más amargos cuando a su hija recién nacida, Haydée, le diagnosticaron una grave cardiopatía congénita que requería su paso inmediato por el quirófano. "El embarazo y el parto habían ido perfectamente, pero a la mañana siguiente de nacer la niña, cuando bajé a darle el pecho, nos comunicaron que estaba enferma y que había que trasladarla inmediatamente desde Lugo hasta el Materno Infantil de A Coruña para ser intervenida, porque sin la operación, su esperanza de vida no llegaría al mes", recuerda Vanesa. "En ese momento, se te cae el mundo encima. Pasas de la felicidad más absoluta a la desesperación extrema. Es durísimo. Mi marido se tuvo que ir corriendo él solo con la niña para A Coruña porque yo, como acababa de dar a luz, no podía desplazarme. Eso sí, a los dos días pedí el alta y ya estaba viajando yo también para allá", señala.

Como Vanesa y Roberto no tienen familia ni ningún otro tipo de apoyo social en A Coruña, después de valorar su caso la trabajadora social sanitaria, se les asignó una plaza en el Hogar de corazones. "Fue un alivio, porque no teníamos dónde quedarnos, yo no trabajo y solo con el sueldo de Roberto no hubiésemos podido hacer frente a los gastos que supone estar viviendo fuera de casa dos meses, que fue el tiempo que la niña permaneció hospitalizada. Además el apartamento que nos asignaron estaba muy bien, a dos pasos del Materno, en O Portazgo, y tenía cocina, con lo cual también ahorramos en comida", explica Vanesa, "eternamente agradecida" con los promotores del programa. "El trabajo que hacen en el Hogar de

Corazones es digno de mención. Nosotros siempre les estaremos agradecidos, porque nos permitieron no tener que preocuparnos de nada más que de lo verdaderamente importante, nuestra niña", subraya esta joven lucense.