Yogures que prometen bajar el colesterol o fortalecer los huesos, galletas que otorgan un plus de energía, huevos o atún enriquecidos con Omega-3, leche con el doble de calcio, batidos sin lactosa, aperitivos con quinoa, refrescos sin azúcar... Basta un solo vistazo a cualquier estantería del supermercado para ver que hoy en día prácticamente ningún producto se comercializa únicamente bajo su nombre. Con la preocupación por la salud como gancho, todas las marcas llenan los envases de sus artículos con numerosos apellidos -"con vitaminas", "rico en calcio", "con Omega 3"- con el fin de que su producto parezca más saludable o eficaz a los ojos del cliente que el de al lado.

Los alimentos enriquecidos están de moda, pero no son los únicos artículos del súper que cuentan con vocabulario propio. Cremas que prometen rejuvenecer varios años gracias al colágeno y el ácido hialurónico, detergentes que dejan la ropa más limpia al tener "aceleradores de lavado" o champús con keratina para quien sueñe con un pelo liso son otros ejemplos de cómo hacer la compra implica tener que conocer todo un vocabulario que además se actualiza periódicamente con la incorporación de nuevos elementos como la quinoa, las isoflavonas o la keratina. De la A a la Z estos son algunas de las sustancias cuya o presencia o ausencia las marcas utilizan para dar un plus de valor a sus productos.

Azúcar. Presente de forma natural en los productos lácteos y la fruta, se añade a numerosos productos para proporcionarles un sabor dulce, pero también porque actúa como conservante, fomenta la fermentación o da volumen al producto. Aparece en alimentos en apariencia salados como el pan de molde, la salsa de tomate o algunas galletas. La OMS aconseja no superar el equivalente a doce cucharillas al día (un refresco ya puede tener diez).

Bífidus. El lactobacillus bífidus, una bacteria común en el intestino humano, se incorpora en yogures, leches, quesos o incluso papillas infantiles bajo la promesa de aumentar las defensas y ayudar a regenerar la flora intestinal. Todos ellos se englobarían dentro de los denominados alimentos probióticos, a los que se les incorporan microorganismos vivos con funciones protectoras del organismo.

Colágeno. Esta proteína, responsable de la elasticidad y la firmeza de los tejidos y cuya presencia el organismo desciende con los años, es uno de los grandes reclamos de los productos cosméticas, especialmente de las cremas antiarrugas, aunque los expertos ven poco eficaz la absorción de esta proteína a través de la piel. El colágeno ha llegado incluso a los productos lácteos y hay yogures líquidos que incorporan esta sustancia.

Detox. Es el apellido que llevan una serie de zumos de frutas y verduras -que nacieron a nivel doméstico, pero ya hay algunas marcas que comercializan- y que prometen depurar el organismo. Los médicos advierten de que no pueden constituir la base de una dieta y que no cumplen el objetivo con el que se publicitan ya que el cuerpo humano ya tiene órganos encargados de depurar el organismo.

Energéticas, bebidas. Bajo esta denominación se publicitan bebidas que prometen otorgar energía extra a los consumidores, aunque no dan energía sino que aportan mucha cafeína unida al ginseng, guaraná, etc... . Varios estudios alertan de que un abuso de estas bebidas puede provocar problemas cardíacos o subidas de tensión. De hecho, en países como Francia o Dinamarca han prohibido la venta de alguna de estas bebidas al considerarlas "un coctel peligroso".

Fibra. Se trata de un hidrato de carbono que no es digerido por las enzimas digestivas y por tanto, pasa directamente al aparato digestivo. Entre sus beneficios está regular el tránsito intestinal, combatir el colesterol y el estreñimiento o prevenir dolencias en el colon. Por su ello su presencia suele aparecer bien destacada en los paquetes de gallegas, cereales o pan de molde.

Ginseng. Es una planta, de nombre científico panax ginseng meyer, a la que se le atribuyen múltiples propiedades como otorgar energía, combatir la diabetes 2 o aumentar la concentración. En el supermercado puede hallarse como ingrediente de algunas galletas, en los suplementos de jalea real o, entre los artículos más novedosos, se encuentran unos yogures líquidos que incluyen ginseng y que bajo el título de Pro-vital, prometen mejorar la vitalidad tanto física como mental del consumidor.

Hialurónico, ácido. Al igual que el colágeno esta sustancia desaparece con la edad del organismo y provoca la pérdida de volumen y la aparición de arrugas. Está presente en diferentes cremas para la cara o el cuerpo así como en algunos champús.

Isoflavonas. Se trata de sustancias vegetales, presentes principalmente en la soja, que pueden actuar como estrógenos en el cuerpo y proteger el organismo. Se les atribuyen la capacidad de aliviar los síntomas de la menopausia, favorecen la absorción de calcio (lo que combate la osteoporosis) y previene en el desarrollo del cáncer de mama. Muchas leches y productos lácteos del mercado están enriquecidas con estas sustancias

Jalea real. Es una sustancia generada por las abejas obreras jóvenes -de entre cinco y quince días- que se mezcla con sus secreciones estomacales y que sirve de alimento para las larvas durante tres días. Sus beneficios son múltiples: mejora la oxigenación cerebral, aumenta la resistencia a la fatiga, estimula el sistema inmunológico, etc? Se puede adquirir en grajeas o ampollas, pero también es un ingrediente extra que añaden algunas marcas en sus galletas, cereales de desayuno o yogures. También se utiliza en la cosmética, en jabones o geles.

Keratina. Esta proteína, muy rica en azufre, forma parte de la parte más externa de la epidermis, del pelo o de las uñas. Aplicada sobre el cabello contribuye a reducir su encrespamiento y a alisarlo. Por ello, ya es posible encontrar el mercado todo tipo de productos -desde champú y mascarilla hasta directamente la keratina líquida para su aplicación en el cabello- tanto de reconocidas marcas como de línea blanca.

Lactosa. La enzima lactasa es la encargada de digerir este azúcar que se encuentra tanto en la leche como en otros productos lácteos. Cuando el instestino delgado no produce suficiente cantidad de esta enzima surge la llamada intolerancia a la lactosa. Si hace unos años cualquier persona con este problema veía limitada su dieta en lácteos, hoy en día existen todo tipo de productos para ellos. Desde leche, yogures o queso sin lactosa hasta diferentes bebidas de almendra, avena o soja que suplen a la leche de vaca en los desayunos.

Magnesio. Este mineral es un nutriente fundamental para el ser humano ya que interviene en hasta 300 reacciones químicas del organismo. Ayuda a mantener músculos y nervios, a tener unos huesos fuertes, a mantener constantes los latidos del corazón o a gozar de un sistema inmunitario sano. Por ellos algunas marcas apuestan por resaltar la presencia del magnesio en sus barritas de cereales, galletas o incluso en el café instantáneo.

Nutrientes. Se trata de sustancia que incluyen los alimentos y que son fundamentales para el crecimiento y el correcto desarrollo del ser humano. Los hidratos de carbono, las grasas, las proteínas, las vitaminas o los minerales son algunas de esas sustancia que otorgan energía al cuerpo y son fundamentales para regular diferentes procesos del organismo. Para conocer la cantidad de nutrientes de cada tipo que hay que ingerir al día están las pirámides de alimentación que desde abajo y hasta arriba (de mayor a menor número) incluyen los cereales y legumbres; frutas y verduras; y carnes, pescados y productos lácteos.

Omega-3. Los ácidos grasos omega-3 son un tipo de grasa poliinsaturada que ayudan a mantener sano el corazón y a prevenir accidentes cerebrovasculares. Pese a que la dosis de estos ácidos puede obtenerse mediante el consumo de alimentos como el pescado azul, las nueces o la soja, las marcas han visto un filón comercial en enriquecer sus productos con Omega -3. Por ello no sólo es posible encontrar todo tipo de productos lácteos a los que se ha añadido estos ácidos -leche, yogures o batidos- sino también huevos, galletas, aceitunas o incluso aceite en lata que promete otorgar un plus de Omega-3 al organismo.

Parabenos. Bajo el nombre de parabenos o parebenes se incluyen un grupo de sustancias químicas muy utilizadas en el sector de la cosmética que actúan como conservantes para evitar que una vez abiertos los productos se estropeen por el contacto con microorganismos. Pese a que la Agencia Estatal del Medicamento se encarga de vigilar que la presencia de estas sustancias sea la permitida y nunca nociva para la salud, algunos estudios vinculan estos compuestos con la aparición de ciertos tumores y la UE prohibió algunos de ellos en 2014. Ante la polémica que suscita su uso -está presente en desodorantes, cremas o lociones corporales- son muchas las marcas que han decidido prescindir de ellos. Normalmente suele aparecer destacado en el envase del producto.

Quinoa. Esta semilla de la familia de las chenopodioideae y que se puede consumir como un cereal ha pasado de ser la comida tradicional en los Andes sudamericanos a estar presente en las estanterías del supermercado de toda Europa. Calificado por algunos como un superalimento, la quinoa es muy rica en proteínas, minerales y fibra y tiene la ventaja de no incluir gluten. Ya es posible adquirir la quinoa en bolsas similares a las del arroz, en platos preparados, solo para calentar, o incluso como ingrediente de algunos snacks.

Riboflavina. Se trata de un tipo de vitamina B que es hidrosoluble, es decir, no se almacena en el cuerpo y por tanto es preciso reponerla a diario. Presente en alimentos como los lácteos, carnes magras o huevos, la industria también enriquece panes y cereales con esta vitamina. No consumir la cantidad adecuada puede llevar a sufrir anemia, úlceras en la boca, dolor de garganta o retraso en el crecimiento.

Stevia. Para los detractores del azúcar, este edulcorante natural es una opción. Se obtiene de una planta de la familia de los crisantemo originaria de Sudamérica y tiene la ventaja que pese a que su extracto es hasta 200 veces más dulce que el azúcar, no influye en los niveles de insulina en sangre. Ya es habitual encontrar stevia en diferentes formatos junto a otros edulcorantes en el supermercado e incluso grandes marcas de refrescos han probado a incluirla en algunos de sus productos. Es el caso de Coca-Cola que lanzó una edición de Sprite con stevia en Reino Unido que aseguraba tenía un 30% menos de calorías.

Trans, grasas. De todas las grasas que se utilizan en la elaboración de alimentos, estas son las peores para la salud. Se forman cuando el fabricante convierte aceites líquidos en grasas sólidas como mantecas o margarina y son muy frecuentes en productos preparados como todo tipo de bollería industrial, margarinas, snacks o todo tipo de alimentos preparados para freír. Las carnes rojas o los lácteos también incluyen de forma natural este tipo de grasas, pero en muy bajos niveles. La mayoría se ingieren por alimentos procesados. Los médicos recomiendan evitar estos productos ya las grasas trans elevan el colesterol, el riesgo de sufrir diabetes y aumentan la obesidad.

UVA y UVB, rayos. Los primeros son los rayos rolares responsables de la pigmentación de la piel, del bronceado, aunque su resultado es poco duradero. Penetran hasta capas profundas de la piel y provocan el envejecimiento prematuro de la piel, pero no suelen provocar quemaduras. Los segundos, los UVB, penetran menos en la piel, pero sus efectos son más dañinos y están detrás de las quemaduras solares. La combinación de ambos se vincula a la aparición de cáncer de piel. Por ello, la mayoría de protectores solares que pueden encontrarse hoy en día en el supermercado incluye protección frente a estos dos tipos de rayos.

Vitaminas. Ellas son las responsables de que el cuerpo se desarrolle y crezca de forma correcta. El ser humano necesita trece vitaminas para un adecuado funcionamiento de su organismo: A, C, D, E, K y las vitaminas B, un grupo en el que se incluye la iamina, riboflavina, niacina, ácido pantoténico, biotina, vitamina B-6, vitamina B-12 y folato o ácido fólico. Cada vitamina tiene una función distinta y pese a que si sigue una dieta equilibrada no habrá déficit de ninguna de ellas, muchas marcas utilizan como reclamo que sus productos están enriquecidas con determinadas vitaminas. Yogures, galletas o cereales de desayuno son los principales alimentos en los que se destaca la presencia de estas sustancias aunque no siempre se especifica qué tipo de vitaminas incluyen.

Yodo. Es un nutriente básico para el correcto funcionamiento de la tiroides y su déficit puede provocar bocio o hipotiroidismo. De forma natural, se encuentra en los mariscos, el bacalao, la perca, el abadejo o las algas, pero una buena manera de ingerirlo es a través de la sal yodada. La OMS recomienda la yodación universal de la sal pero, por el momento, también se puede adquirir sal marina sin este componente.

Zero. Esta denominación se incorpora en el etiquetado de aquellos productos que carecen de algún nutriente en comparación con el producto original. El caso más habitual en los supermercados es el de los llamados refrescos zero, es decir, sin azúcar y que por tanto tienen bastante menos calorías que el original. La diferencia con los denominados productos ligth es que estos sí incluyen el nutriente en cuestión aunque sea en menor cantidad que la variedad normal del producto.