El pintor gallego Urbano Lugrís Vadillo falleció ayer a los 76 años en A Coruña tras sufrir una parada cardíaca. El hijo de uno de los grandes artistas del siglo XX en Galicia se encontraba ingresado en el Hospital San Rafael para realizarse unas pruebas ya que "hacía tiempo que se sentía mal, débil" cuando sufrió la parada, según informaba ayer el gerente de la galería coruñesa Artbys, Camilo Chas, quien define a Lugrís Vadillo como "una bellísima persona, muy implicado con su trabajo y un artista de método". Los restos mortales del pintor se encuentran en el tanatorio Servisa, donde hoy tendrá lugar una cremación a las 10.30 horas.

Pese a proceder de una familia de artistas y a que en sus libros del colegio ya se podían ver dibujos en los que plasmaba sus bocetos, Lugrís Vadillo no desarrolló su faceta de pintor hasta la edad adulta. Nacido en Vigo en 1942, se trasladó con solo ocho años para pasar su adolescencia entre A Coruña, Madrid y Castilla y León, tierra de origen de su madre. Hace años que se asentó en A Coruña y vivía en Mera junto a su mujer, Hortensia.

Fue tras trabajar por mares de medio mundo -ya que se formó para ser oficial de máquinas de la Marina Mercante- cuando comenzó a pintar y en 1962 recibió sus primeros galardones por su obra que le animaron a seguir y es en 1971, con 29 años, cuando decide dejar la marina para centrarse en su faceta artística, según indican en la biografía que incluye en su web la Fundación María José Jove ya que en su colección de arte cuentan con varias obras tanto de Lugrís Vadillo como de su padre.

Con un lenguaje propio que oscila entre el hiperrealismo y el surrealismo, desde la Fundación María José Jove reconocen que hay cierto misterio sobre su técnica pictórica "de la que siempre ha eludido explicar detalles". "Es un pintor de reconocido prestigio que desarrolla una pintura basada en la plasticidad de unas formas fantasiosas de minucioso dibujo", señala la entidad. Una idea que comparten quienes le conocieron y expusieron su obra. "Es un artista del método, muy implicado con su trabajo, un profesional", señala desde la galería Artbys, Camilo Chas, quien añade: "Sus obras cuentan con un gran detallismo, están muy trabajadas y elaboradas".

Precisamente esta galería coruñesa fue una de las últimas en exponer obra suya en la muestra Urbano Lugrís, fillo e pai que pudo verse hasta finales de noviembre y en la que convivían 35 piezas de diferentes etapas creativas tanto de Lugrís Vadillo como de su padre, Urbano Lugrís. "Tuvo una gran acogida y fue una de las exposiciones en las que mas gente hemos tenido", reconocían ayer desde Artbys.

"Además, entre sus últimas exposiciones en solitario están las que ofreció en la galería Xerión de A Coruña y en La Catedral, de Lugo", señalaba ayer José María Manzano, de la galería coruñesa Arte Manz, quien solo tienen palabras de alabanza para quien era su gran amigo. "Como persona era maravilloso y como artista tenía un estilo surrealista, maravilloso", resaltó.

Pese a que lo largo de su vida no tuvo buena relación con su padre, Lugrís Vadillo no dudó en visitar la exposición Lugrís, paredes soñadas que Afundación organizó en A Coruña entre marzo y septiembre del pasado año. Allí, quienes le conocían, aseguran que el pintor ahora fallecido se emocionó en varias ocasiones con la obra de su padre. "Le gustó mucho la restauración de la obra que realizó Abanca y pudo ver piezas, obras del padre que nunca había visto antes", recuerda el comisario de la exposición, Rubén Ventureira, quien asegura que uno de los momentos más emotivos fue al ver un cuadro que Lugrís dedicó a su madre. "Le dedicó una obra a su mujer que falleció de cáncer y Lugrís Vadillo no lo sabía y fue uno de los momentos de mayor emoción", señalaba ayer Ventureira.

Más allá de A Coruña, Lugrís Vadillo expuso en múltiples ciudades tanto de España como del extranjero.