El principal sindicato de enfermería, Satse, volvía a denunciar, hace un par de semanas, la estética sexista de algunos disfraces de enfermera puestos a la venta para este Carnava Satseestética sexistadisfraces Carnaval, un tipo de atuendos que no solo contribuyen a promover la desigualdad, perpetuando falsos estereotipos de género, sino que además, aseguran, "atentan contra la dignidad de las profesionales sanitarias".

Basta con darse una vuelta por cualquier centro de salud para atestiguar que, durante el ejercicio de su profesión, las enfermeras no visten trajes ajustados, escotes imposibles o faldas a la altura de los muslos. Igual que tampoco lo hacen las policías o las bomberas. Sin embargo, critican desde el principal sindicato de enfermería, "se sigue perpetuando desde hace años esta imagen sexista" de las profesionales.

Satse citaba, en concreto, el caso de un hipermercado que para este Carnaval puso a la venta un disfraz de "enfermera sangrienta", consistente en un vestido ajustado y corto, un gorro y un parche, todos ellos blancos y salpicados con manchas rojas para simular la sangre. No es, ni mucho menos, la única superficie comercial que ofrece este tipo de disfraces en sus estanterías. "Vas a cualquier tienda y ves cómo se sexualiza a la profesión. No queremos ser la Santa Inquisición, pero estamos hartos de que este tipo de visión se centralice en la parte femenina de nuestra profesión. El disfraz de un médico, por ejemplo, no es así", lamenta Raúl Ceresuela, delegado de Satse.

La indignación de los profesionales de la enfermería ha llegado hasta el punto de que el propio sindicato Satse ha propuesto a la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, la creación de un Observatorio de la Mujer en el ámbito sanitario que trabaje para acabar con la utilización de estereotipos sexistas y denigrantes.

Los disfraces hipersexualizados son, en su mayoría, para el sexo femenino. De hecho, en los packs de disfraces para pareja que incluyen un traje para hombre y otro para mujer, puede verse hasta qué punto son diferentes las indumentarias para ambos sexos. "Lo que tradicionalmente se ha trasladado a la mujer es que, para agradar, necesitamos resaltar nuestros atributos físicos", señalaba ayer al suplemento Verne de El País la presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP), Yolanda Besteiro. "Esto hace que algunas mujeres compren estos disfraces que, precisamente, perpetúan esa idea de cosificación a la mujer", añadía Besteiro.

En los últimos años, los disfraces "sexys" se han convertido en un debate que resurge cada vez que se acercan festividades como Halloween o Carnaval. "El sexismo está tan enraizado en nuestra sociedad que se proyecta en todo lo que hacemos", advierte la coordinadora de la Comisión Intersectorial de Xénero del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, Concepción Rodríguez Pérez, quien aunque reconoce que "muy poco a poco" va calando la sensibilidad por estos temas, insiste en que "todavía hay mucho por hacer". "Vivimos en un mundo capitalista, en el que a las empresas y a los fabricantes solo les mueve el afán de obtener ganancias económicas. Este tipo de disfraces se siguen comercializando por el simple hecho de que venden", lamenta Rodríguez Pérez.

Versiones infantiles

Los disfraces hipersexualizados, sostiene la coordinadora de la Comisión Intersectorial de Xénero del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, "no solo perpetúan los roles de género, sino que relegan a la mujer a un mero objeto sexual". La problemática crece cuando estos trajes acaban en versiones infantiles, como el polémico disfraz de "enfermera sexy", dirigido a niñas pequeñas -de 4 a 6 años- y anunciado con la fotografía de una menor, que provocó que el año pasado las redes sociales se llenaran de protestas. La asociación Facua-Consumidores en Acción lo denunció ante la Fiscalía de Menores de Madrid porque esa publicidad "sexista sugerente" de las menores atenta contra la legislación española, y en concreto, contra la Ley General de Publicidad, la Ley de Protección del Menor y la ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que exponen como "ilícita" la utilización de la imagen de la mujer de forma "vejatoria o discriminatoria". No obstante, desde la propia Facua reconocieron ya entonces que la retirada de este tipo de prendas era complicada, y que "depende únicamente de la voluntad de las empresas".