Una de las víctimas de José R. A., el pedófilo acusado de arrojar a dos menores a un pozo de 15 metros en las afueras de Algete (Madrid), explicó que cuando estaban en él ella y su hermano se abrazaron "para no tener frío durante la noche". "Estábamos asustados", contó a los psicólogos de la Guardia Civil poco después de ser hallada en junio de 2011, casi moribunda. En la segunda sesión del juicio, el tribunal de la Audiencia Provincial de Madrid escuchó ayer miércoles el testimonio de los menores, al exhibirse las entrevistas que les realizaron los psicólogos de la Benemérita ante el juez instructor tras ser rescatados. Los pequeños fueron encontrados dos días después de ser raptados con signos de deshidratación.

La mayor de los hermanos, de 10 años, ofreció entonces todo tipo de detalles, como que su agresor sexual le hizo sangre en "la parte de las chicas" y que tenía un tatuaje "con unos cuernos", como si fuera un demonio. En ningún momento les dio nada de comer o beber. Su hermano, que recordaba menos detalles, sí afirmó que fumaba puros.

José R. A., de 55 años, se enfrenta a una petición fiscal de 65 años de cárcel por dos delitos de asesinato en grado de tentativa, dos de detención ilegal y uno de violación. El acusado ya fue condenado en 1983 a 23 años de cárcel por una violación a una niña de 8 años. Cumplió 17 años de cárcel. Como anteayer martes, día en el que se inició el juicio en la Audiencia madrileña, el presunto agresor se mostró cabizbajo durante el desarrollo de la vista, con el rostro cubierto por una bufanda azul. Tras salir del furgón judicial que le condujo a los Juzgados, el acusado insultó a los periodistas concentrados a las puertas de esta sede judicial. Cuando se exhibieron los testimonios de los pequeña, estuvo muy atento.

La niña contó que el acusado se les acercó cuando estaban jugando en un parque y les arrojó en su coche tras decirles que se acercaran para enseñarles un perrito. A continuación les llevó a unas casas abandonadas, a una media hora de dónde estaban. "Me dijo que me quitara la ropa. Cuando se la quitó él tenía tatuajes. Le dije que si no me llevaba a casa se iba a enterar y me dijo: 'Sí, vale, vale', y me quitó la ropa. Yo le preguntaba si mi hermano estaba bien, me decía que sí, que sí. Luego me tiró al pozo", relató la pequeña. "Me daba besos y me decía, oye que te puedo dejar embarazada", narró.

La menor relató que primero les tiró en un pozo de poca profundidad, del que pudieron escapar trepando por los troncos que "el señor" les había tirado con anterioridad. Sin embargo, su captor se percató y les arrojó a otro más profundo. "Nos cogió de la mano y nos tiró. Mi hermano lloraba. Nos dijo que si no nos callábamos nos iba a matar. Le decía que se callara. Teníamos frío. Nos abrazábamos para no tener frío en el pozo. Vino la Policía y nos sacaron", dijo.

El pequeño de los hermanos contó que "el señor tenía bigote y el pelo negro". "Nos sacó del coche y nos tiró en un pozo. Luego nos tiró cosas. Nos sacó del pozo y nos tiró a otro", contó el menor de 8 años.

En la sesión comparecieron los psicólogos de la Guardia Civil que entrevistaron a los menores. Según su relato, narraron que el día que fueron secuestrados se encontraban jugando en un parque de Torrelaguna y que este hombre se acercó a uno de los hermanos con la excusa de que le iba a enseñar unos perritos. Su hermana decidió ir detrás de él porque estaba a su cargo.

Tras acercarse al vehículo, el detenido les arrojó en el coche y les llevó a una zona de casas abandonadas. Al niño le lanzó a un pozo y a la menor la violó bajo la amenaza de que si no colaboraba mataría a su hermano. "Decía que tenía dibujado el demonio ahí. Decía que en eso que tenéis los chicos tenía un demonio", contó uno de los especialistas. Varios de los investigadores precisaron que ese tatuaje se encontraba en los genitales.

La menor contó que cuando estuvo en el pozo pasó mucho frío y que cuidaba de su hermano, tratando de que no bebiera del agua porque podría estar envenenada. Además, dijo a los psicólogos que tuvo ocasión de huir, pero que se quedó porque tenía que proteger a su hermano. Los menores permanecieron en el pozo durante dos días hasta que unos transeúntes escucharon sus voces. Fueron rescatados con graves signos de deshidratación y trasladados al Hospital de La Paz, en Madrid.