La decoración de los espacios domésticos no es ajena a la fascinación por las formas geométricas que arrasan en el mundo. Definitivamente los espacios recargados están completamente pasados de moda.

Hoy en día impera el orden y la simplicidad de las líneas rectas que a veces se alían para crear formas caprichosas. Además, cuantos menos objetos inútiles se acumulen en una vivienda más se contribuye a llevar un estilo de vida ecológico y respetuoso con el medio ambiente.

La pasión por la pureza enlaza directamente con el minimalismo, la corriente artística que utiliza elementos mínimos y básicos, como colores puros, formas geométricas simples y tejidos naturales.

Tampoco significa que la decoración debe reducirse a lo mínimo. Se trata de elegir el mobiliario necesario para crear un ambiente básico, siempre buscando la armonía y la elegancia.

Los colores, puros o sobrios, son imprescindibles. El minimalismo también preconiza la guerra a los tabiques y los espacios abiertos. La cosa no es tan sencilla. Un salón puede tener pocos muebles y estar recargado por emplear telas «pesadas» o con excesivos estampados.

Las líneas de las lámparas, mesas, estantes, maceteros y floreros deben ser suaves, mientras que las cortinas y cojines deben elegirse, preferiblemente, de un solo color, evitando las rayas y los estampados.

Lo ideal es utilizar muy pocos pero atractivos detalles. El minimalista se cuida de no llenar las paredes con cuadros. Si éstos le gustan, preferirá incluso dejarlos en blanco, sólo con los marcos, para no cargar el espacio.

Las maderas de los pavimentos son preferiblemente en tonalidades naturales. El blanco es el color que reina en las paredes. El empleo de plantas de interior debe quedar, sencillamente, suprimido.