No hay reina del pop que se precie sin al menos un trono en los Europe Music Awards (EMA) de la cadena MTV, mejor si son dos, y en la gala de hoy todas las miradas estarán puestas en Taylor Swift y su más que probable reválida de la victoria cosechada en 2013. La rubia diva forjada en Nashville (Estados Unidos), que hace solo unos meses también se declaró gran triunfadora en la rama estadounidense de estos galardones, aspira a llevarse en el Mediolanum Forum de Milán hasta nueve premios, nueve, incluidos los de mejor canción, mejor vídeo y mejor colaboración por Bad Blood.

Pocos y pocas artistas han logrado mantener el tipo durante tantas ediciones en este efímero escaparate del pop, pero Swift podría conseguirlo hoy sin despeinarse, sin siquiera aparecer por aquí, tras remozar completamente su seminal sonido country en el disco 1989, que ha encandilado incluso a cantautores como Ryan Adams.

No ha sido al único. Su quinto álbum de estudio, publicado en 2014, superó recientemente los cinco millones de copias vendidas en su país de origen, lo que lo convierte en el éxito discográfico más fulgurante de la última década en EEUU, más veloz aún que 21 de Adele (2011).